Prostitución, izquierda e hipocresía política

La verdad es que no tenía pensado escribir nada en el blog sobre un amargo trago que padecí esta semana en el raval de Barcelona. Pero el hecho de coincidir prácticamente en fechas con la entrada sobre la prostitución de Joan Boada (candidato por Girona de ICV- Iniciativa per Catalunya-verds) casi me obliga hacerlo.

 

El incidente, por llamarlo de algún modo, supongo que me ocurrió por inocente, despistado y desprevenido, y en cierto modo va revelar lo papanatas que puedo llegar a ser.

Para quien no lo sepá el Raval es el «barrio chino» de Barcelona, en pleno centro, muy cerquita de la rambla más famosa del mundo. Un barrio de calles estrechas, jubilados, yonquis, inmigrantes y prostitutas, pero también de entidades tan importantes como UGT, CSIC, CCCB y el MACBA.

Yo ya sabía que era el «barrio chino», pero nunca me había ofrecido sus servicios una prostituta. Era joven, de pelo negro y parecía del este de Europa, incluso podía decirse que era guapa. Le basto un leve gesto con la cabeza y una escueta frase «¿vamos un momento?» Me horroricé y me ruboricé al mismo tiempo.

Por supuesto, rechacé la invitación, simplemente bajando la cabeza y cambiando rápidamente de dirección. Sentía rabia y musitaba «mierda de capitalismo» que permite «esto» («esto» no es más que una joven se vea convertida en una mercancía sexual sin capacidad para decir que no) y sobre todo sentía vergüenza, no por mi si no por ella. Me acuerdo ahora lo que dice Primo Levi en «La tregua» cuando vio vergüenza en los ojos de los soldados soviéticos que liberaron Auschwitz, vergüenza que sentían por todos aquellos supervivientes del lager.

Lo mismo que sintió el soldado soviético al ver Primo Leví sentí yo al ver a la ramera. Y me acordé de Raskolnikov y su paseo desgraciado por Petrogrado, intentando salvar a una jovencita de las garras de un depravado, para terminar renunciando con

pero ¿por qué me metí yo a ayudar a nadie? Y a mi ¿quién me ayuda? ¿Tengo yo derecho a ayudar a alguien? ¿Qué comen vivos los unos a los otros ?…
A mi, ¿qué?

Y hoy leo a Joan Boada y me atragantó; me encuentro una vez más con esa pseudo izquierda artificial, que genera los discursos desde la verborrea y la siempre presente máxima «el pensamiento político correcto de izquierdas». Sólo desde esa perspectiva lamentable me explico su entrada que termina con la siguiente perla

En definitiva, menos hipocresía y más valentía y voluntad política para dignificar, a través de los derechos, la prostitución.

Pues no señor Boada, la prostitución no es digna, y si no explíqueme de donde salía esa vergüenza quizá atávica que sentí cuando la ramera me ofreció sus servicios. Por supuesto, y lo peor es que me veo obligado a explicarlo para evitar malos entendidos, respeto a las prostitutas, y me parece perfecto que se les ayude, sanitariamente, socialmente, que haya gente dispuesta ayudarlas, pero las veo como victimas. Victimas de los proxenetas y de los clientes, y en ultima instancia como victimas de la propia sociedad. Hablar de ellas como seres «autodeterminados» como hace Boada de «los derechos de las mujeres que querían ejercer la prostitución» es ridiculo. Demagógicamente le diría que ICV ha apoyado la prohibición de los toros en Cataluña y la ley del tabaco en España (de esto último no estoy seguro 100%), sin tener en cuenta los derechos individuales frente a otras consideraciones. Como tiene que ser por otra parte, lo que no entiendo es esa capacidad de los políticos para mostrar la incoherencia.

Evidentemente por muy mal  y lamentable que me parezca, la prostitución continuara existiendo, y es cierto que hay que dar apoyo a las personas que se vean obligadas a ejercerla, quiero recalcar lo de obligadas, por que todas lo están. Pero el objetivo debe ser erradicarla, que no se pasé ni por la cabeza de nadie que es una opción como cualquier otra, por que no lo es. No es digna, por eso hay que apoyar a las prostitutas, por eso hay gente que trabaja con ellas. ¿Qué es mejor para ellas verlo como un trabajo digno? No me cabe duda, pero es mentira. Y con ellas puede valer una mentira piadosa, pero creersela y utilizarla como argumento político, solo es aire, una muestra más de esa izquierda contemporánea que no tiene ni idea de donde están los verdaderos problemas ni de lo que supone padecerlos. Y siguiendo con la demagogia, con la pauperización económica de la sociedad, con la banalización y exaltación que se ve en los medios del cierto rol sexual de la mujer, solo nos faltaría que nuestras muchachas a falta de trabajo fueran a engrosar las plantillas de los burdeles, para deleite de los más asquerosos. (Pero con todo en regla, eso sí)

 

P.s me consideró una persona de izquierdas, estoy de acuerdo en que la derecha lo único que quiere es quitarlas de la vista (por que son ellos los que más las usan).

12 opiniones en “Prostitución, izquierda e hipocresía política”

  1. Buen artículo, pero no estoy de acuerdo con la afirmación de que TODAS LAS PERSONAS (porque también hay prostitución masculina!) se prostituyan obligadas. O al menos me ha parecido entender que piensas eso!

    Saludos y repito, muy buen artículo!

  2. Ese es el tema sensible de la prostitución. No se puede victimizar adicionalmente a la prostituta, que bastante tiene con el proxeneta y con el cliente, pero no se puede concebir que sea una actividad enteramente voluntaria en las condiciones en que se ejerce y por los motivos por los que se ejerce. No sé si la penalización de la prostitución serviría para erradicarla o reducir su uso pero me parece una opción mucho mejor que perseguir a la prostituta y desde luego debe ser simultánea a la persecución del proxenetismo.

  3. Uf. Tema complejo, mucho, demasiado como para resumir todo lo que remueve en mi cerebro en un comentario. Como feminista, pienso exactamente lo mismo que tú cuando me tropiezo con ese mismo tipo de prostitución. Pero hace unas semanas estuve oyendo en la radio de aquí una entrevista a una prostituta que trabaja en el otro tipo de prostitución, la escasa y rara prostitución de lujo, en la que la prostituta es supuestamente su propia «empresaria» y elige a sus clientes. O así intentaba presentarla la entrevistada, como una opción personal. Era una mujer joven, con escolaridad, que se pagaba los estudios universitarios con ese trabajo y había publicado un libro sobre sus experiencias . Y me deprimió aún más. Pensé que estamos en un mundo bastante triste, en un siglo en el que muchas jóvenes que reniegan del feminismo dando por hecha la igualdad de las mujeres, se visten como si lo único interesante de una mujer fuera lo que asoma por entre la escasa ropa que les permite llevar la moda. Las hay que todavía defienden que abrir las piernas ante un hombre que no les atrae porque simplemente ha alquilado su cuerpo durante media hora es una manera digna de ganarse la vida. En esas circunstancias quizá les parezca dinero más fácil que otro tipo de trabajo. Personalmente, no tengo muy clara la supuesta «facilidad» del oficio. Cualquier mastuerzo que se dice de izquierdas y pretende dignificar ese trabajo nunca ha tenido dentro de su cuerpo a alguien a quien no le apetecía tener tan cerca.

    Qué contenta estoy de no tener hijas. Tiene que ser difícil prepararlas para lo que les espera ahí fuera.

  4. Gran artículo.

    Respecto a la prostitución «por decisión propia», posiblemente haya algún caso. Por mí perfecto, y además es prácticamente imposible que si alguien quiere pagar por sexo y a otro no le importa cobrar lleguen a un acuerdo. Pero estoy seguro que no son más que las excepciones que confirman la regla, y en cualquier caso no podemos darle significación frente a una casi total mayoría de personas que se prostituyen por necesidad y que, como bien dice Lev, son víctimas. Víctimas, y punto.

    Ayudar sí, apoyar también, y estar cerca, pero sobre todo por su seguridad y salud, y, si es posible, para apartar a aquellos que fuerzan u oprimen a quien se prostituye. Si la regularización va en ese sentido, perfecto, pero en mi opinión eso no da ninguna dignidad al «oficio».

  5. Aparte de criticar (no juzgo si con razón o sin ella) a los políticos acerca de sus opiniones y sus decisiones acerca de la prostitución, creo que es un asunto que trasciende la política. Vaya, que no creo que el capitalismo sea la causa de la prostitución, precisamente.

    Es un asunto sumamente complejo y sólo me voy a limitar a mencionar algo que aún no se ha dicho aquí. La prostitución mueve millones de euros, así que existen muchos «clientes» que hacen uso de ella. Pero muchos, muchos. ¿Alguien se ha parado a pensar qué ocurriría en el utópico caso de que desapareciera de la noche a la mañana? ¿Qué solución «legal» se le proporciona a quienes, de repente, ven que su «necesidad» no puede ser satisfecha?

    Para encauzar este blog hacia lo «histórico», recordar cómo los ejércitos de la antigüedad, formados por hombres, arrastraban tras de sí caravanas de mercaderes y prostitutas para aliviar las necesidades de los soldados, de forma más o menos encubierta, pero siempre ahí.

    Que es muy bonito y queda muy bien opinar lo moralmente correcto, pero no se pueden querer dar soluciones instantáneas a problemas que llevan siglos conviviendo con nosotros.

    PS.- Yo también siento la necesidad de aclarar algo: no me siento ni de derechas ni de izquierdas, pero no soy un putero. 🙂

    1. por supuesto que el origen de la prostitución no es el capitalismo. Pero la pobreza ayuda lo suyo y el capitalismo genera riqueza y pobreza. Vivimos en un planeta dividido entre centro y periferia y los burdeles reclutan sus huestes de la periferia ¿casualidad? ¿Si se erradicara la pobreza, se erradicaría la prostitución Seguro que no pero las putas serían 4 y el publico estaría cansado de la escasez de genero.

      Y no no soy bien pensante ni quería dar una solución instantánea, sólo me quejaba y mostraba mi malestar por la manera de algunos políticos de afrontar el problema.

  6. Nunca he entendido porqué ese lugar común de que el oficio de prostituta y algo menos el de prostituto o gigoló (aquí también hay discriminación de género) no es digno y si lo es en cambio el oficio de barrendero/a, limpia wáteres, sirviente doméstico/a ó político/a, por poner unos ejemplos de dedicaciones con «alta» consideración social. La dignidad es cualidad intrínseca a la persona y no se pierde dignidad (o se gana) por dedicarse a uno u otro oficio (otra cosa es consideración social).
    Soy abogado y tengo clientes prostitutas con las que he llegado a tener una confianza cercana a la amistad. Una vez me atreví a preguntarle a una de ellas si le gustaba su trabajo. Yo esperaba una respuesta al uso, que lo hacía por necesidad pero que si le dieran cualquier otro trabajo lo dejaría o algo así, pero me sorprendió preguntándome si me gustaba el mío. No supe contestarle con otra cosa que una sonrisa ya que al momento comprendí lo que me estaba diciendo, que yo le atendía a ella por dinero igual que ella atiende a sus clientes.
    A través de estas clientes he ido conociendo alguno de los entresijos de ese oficio y negocio que es la prostitución. Todas mis clientes sin excepción trabajan porque así lo han decidido ellas. No es que no tuvieran otras opciones. En sus países de origen (todas son iberoaméricanas) vivían humildemente, pero, otra vez la palabreja «dignamente», en casa de sus padres unas, en trabajos subalternos, empleadas de hoteles y servicio doméstico otras, e incluso una tiene el oficio de peluquera esteticiene. Todas tenían amigas, parientes o conocidas en España, trabajando en la prostitución y también en el servicio doméstico y decidieron venir, a través de esos contactos, a la prostitución, pudiendo haberlo hecho al servicio doméstico u a otros trabajos en los cuales, como digo, también tenían contactos de sus países. Eligieron donde más podían ganar. Han pasado y siguen pasando, a veces, por situaciones difíciles pero no menos que otras inmigrantes en otros trabajos y a diferencia de éstas, han ganado mucho dinero. Todas sin excepción me dicen que se han hecho o se están haciendo una casa en su país y ayudan sus familias. Todas han regularizado su situación en España, pueden trabajar en lo que quieran, pero siguen ejerciendo. Algunas tienen intención de regresar dentro de poco y poner un negocio con el dinero que van ahorrando, otras han entablado relaciones sentimentales en España y se han establecido en nuestro país. Yo pensaba que las prostitutas no podían tener relaciones sentimentales digamos «normales» pero por lo que he visto, (dos incluso me han presentado a su novio) no es así. Yo antes también pensaba que la prostitución era algo asqueroso y que las mujeres que se dedicaban a ella acababan todas mal, tiradas en la calle, estropeadas y adiptas a todo tipo de sustancias, capaces de cualquier cosa por una dosis de droga. He visto que no es exactamente así. No niego que haya prostitutas con ese tipo de problemas, pero también en mi gremio, entre los abogados, los hay con problemas de alcohol y drogas que han hecho verdaderas sinvergonzonadas en la profesión y han acabado o acabarán muy mal. Quizá hubiera sido mas «digno» para mis clientas permanecer en su país y dedicarse a sus humildes y «dignas» labores, pero ellas decidieron otra cosa, quisieron asumir un riesgo para poder ganar dinero y mejorar su situación y creo que ni yo, ni ningún otro instalado bienpensante, por muy de izquierdas o de derechas que sea, es quien para prohibir su modo de vida y obligarlas a mantenerse en la «digna» pobreza en la que antes estaban con sus «dignas» pero poco lucrativas ocupaciones, que justo les permitían una precaria subsistencia.
    Abogo por la legalización, que, aunque entiendo que no es la panacea, si se hace bien, y no de un modo especialmente restrictivo, puede ayudar, poco a poco a quitar el estigma de esta profesión.
    En este sentido, y salvando las distancias, creo que con la prostitución puede y debe ocurrir como con la homosexualidad. Hoy todavía la homosexualidad estigmatiza. Se utiliza como insulto y motivo de risa (los clásicos chistes de maricones), pero gracias a la actual normativa la sociedad acabará aceptando (la ley no puede acabar de golpe con siglos de discriminación y prejuicios arraigados en la sociedad) con total normalidad esta opción sexual. Así debe ocurrir con la prostitución.

    1. Completamente de acuerdon con tu análisis.
      Lev, destilas catolicismo reciclado y recalcitrante y eso no es de izquierdas, eso es de Santo Tomás de Aquino. No identifiquemos legalización (de prostitutas o de drogas) con liberalismo, todo lo contrario, no hay mejor mercado -por ausencia de control y de impuestos- que el negro. Y si nos vamos a prohibir profesiones indignas y humillantes no sé yo cuántas van a quedar en pie… ¿la de guarda de seguridad, acaso? Se trata de tomar las medidas que más ayuden a las personas concretamente, no de dejar nuestros ascos particulares tranquilos, que de ascos no hay nada escrito.
      Sí a los derechos laborales de las trabajadoras del sexo, como las de cualquier trabajo digno o indigno… que al menos tengan esto, derechos.

  7. Hola Lev. Enhorabuena por la entrada. No es que apoye todo lo que dices, pero has genertado un buen debate y eso es lo que vale. En todos los países «socialistas» había putas (y en los que quedan ni te cuento). Ante una profesión que NADIE ha conseguido evitar, la legalización es la única manera de acercarnos a alguna dignificación. Igual que pasa con las drogas. Lo demás siempre acaba en Mafias. Salu2

    1. Hola Roberto, cuanto tiempo.
      Lo único que tengo claro de todo esto es mi postura, tal y como dicen los que participan del debate «abolicionista». Pero el debate es complejo, por poner un ejemplo, partiendo de posiciones marxistas se encuentra uno con posturas «legalizadoras» y «abolicionistas» http://www.ucm.es/info/nomadas/17/belencastellanos.pdf y http://www.elmilitante.net/content/view/5849/65/

      ¿Debemos dignificar a las protitutas (por decir el ejemplo más palmario) o por el contrario debemos reconocer que los seres humanos vivimos en una sociedad indigna?

  8. Vale, casi una semana después, aclaración de que cuando escribí:

    «No sé si la penalización de la prostitución serviría para erradicarla o reducir su uso pero me parece una opción mucho mejor que perseguir a la prostituta y desde luego debe ser simultánea a la persecución del proxenetismo.»

    Quería decir:
    «No sé si la penalización del consumo de prostitución serviría para erradicarla o reducir su uso pero me parece una opción mucho mejor que perseguir a la prostituta y desde luego debe ser simultánea a la persecución del proxenetismo.»

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