The Caucasus Campaign. Una reseña.

Portada del juego (y para ser de MacGowan, no está mal la composición)

The Caucasus Campaign es un wargame que simula la operación Edelweis, la invasión alemana del Caucaso. The Caucasus Campaign es un juego estratégico con algún elemento operacional de dificultad moderada baja. Diseñado por Mark Simmonitch (Hanibal: Rome vs Carthage, Successors, Ardennes´44) TCC es una actualización de los canones más básicos del mundo del wargame de papel y cartón, es, por decirlo de algun modo, una puesta al día de lo que fue el Russian Campaign, toma elementos de wargames más modernos pero a la vez apuesta por la simplicidad y abstracción del gran clásico de los wargames.

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Marcador de turnos y los refuerzos que llegan.

Componentes

The Caucasus Campaign tiene unos componentes sobresalientes; un mapa del Caucaso con un buen nivel de detalle de los principales componentes físicos, montañas, ríos, lagos, bosques y estepas, con una red impresa de hexágonos realmente grandes, donde la fichas de juego (también grandes como los ejércitos del Senderos de Gloria, o del Reds!) caben holgadamente.

Las fichas representan divisiones de infantería, caballería, blindadas y motorizadas. Y son muy bonitas, el eje recoge una amplia paleta de colores entre la Wermacht, las SS, los rumanos italianos y eslovacos. Y el jugador soviético otro tanto entre el ejército regular, los guardias, las brigadas navales y el NKVD. A parte se ha tomado la molestia de añadir en el counter de las divisiones del eje el distintivo histórico de cada división, no tiene ninguna relevancia en el juego, pero es un detalle que habla del mimo que se le ha dedicado a la parte gráfica.

Más importancia tienen el indicar la calidad de la tropa, pueden ser regulares o de elite, o de si tienen factor de blindaje o no.

Mark Simmonitch es el habitual diseñador de fichas y mapas en los juegos de GMT Games, y parece como si ser el responsable gráfico de su propio juego le motive aún más en su habitual buen hacer.

Tan sólo dos peros, y muy leves, el juego no trae el marcador de tiempo, fácilmente sustituible por alguna de las pocas fichas que no tienen utilidad en el juego, y dos ríos, el Kuma y el Kalaus, que no tengo muy claro el porqué pero desaparecen sin llegar a otro río o el mar.

A parte el juego proporciona sendas tablas de ayuda para los dos jugadores, un libro de reglas a color que incluye un ejemplo de juego con los dos primeros turnos y un dado de seis caras de tamaña normal.

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Los alemanes empiezan atizando en torno a Rostov-en-el-Don

Despliegue inicial

El despliegue inicial es realmente sencillo, una decena de unidades alemanas contra una treintena soviéticas. Todas la unidades que comienzan la partida llevan impreso el hexágono donde lo hacen salvo los ejércitos 18, 112, 32 y 57 soviéticos que tienen una muy pequeña libertad de despliegue.

De cualquier manera el colorido y baja densidad de las fichas ayuda a que el despliegue se haga realmente rápido incluso sin tener el juego debidamente ordenado y organizado. (El mayor problema reside en hacerse con una recipiente opaco donde guardar los refuerzos aleatorios soviéticos, no tengo ninguno que case con los wargames)

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al comienzo de la partida el estrecho de Kerch está aún en disputa.

Jugando el juego

TCC da un papel muy definido a los jugadores, el alemán ataca, el soviético defiende. Durante toda la partida. El jugador alemán tiene 14 turnos para lograr sus objetivos y el soviético para evitar que esto suceda. Ambos jugadores han de tener presente que la unidades alemanas son excelentes, pero que a medidad que la guerra llegue a las montañas, la linea de suministro se alargue y el tiempo empeore el paseo triunfal del alemán deja de serlo. Y tendrá que sudar por cualquier punto de victoria.

La secuencia de juego se puede decir como asimétrica, cada turno se divide en el turno alemán y el soviético. En el turno alemán se intercala una fase soviética, y en el turno soviético tan sólo hay una fase de movimiento.

Ultimos turnos de la partida el alemán más que atacar, aguanta (foto Gareth Cooper, BGG)

Secuencia de juego

Turno Alemán

I. Fase inicial del Eje (obtención de reemplazos, clima y refuerzos)

II. Impulso primario del eje (Movimiento y aplicación de reemplazos, combate)

III. Impulso secundario soviético ( Movimiento secundario, asaltos móviles y asaltos)

IV. Impulso secundario del eje (Movimiento secundario, asaltos móviles y asaltos)

V. Fase de suministro alemán (comprobar suministro de las unidades del eje. Comprobar desgaste de las unidades aisladas del eje)

Turno Soviético

I. Fase inicial soviética (colocación refuerzos fijos y obtención de refuerzos aleatorios. Evento soviético)

II. Impulso primario del soviético (Movimiento y aplicación de reemplazos, combate).

III. Fase de suministro soviético (comprobar suministro de las unidades de la URSS. Comprobar desgaste de las unidades aisladas soviéticas)

Comprobación de victoria y final de turno.

La cordillera del Caucaso, imponente con sus cumbres nevadas
La cordillera del Caucaso, imponente con sus cumbres nevadas

Movimiento y combate son las claves del juego. Las unidades tienen un factor de movimiento y dos de combate (un valor para el ataque y otro para la defensa). Podemos ver con la secuencia de turnos lo importante que son las unidades motorizadas y de caballería en este juego. Solo ellas podrán moverse en su integridad y atacar en el impulso secundario, mientras la infantería se conforma con mover un espacio o asaltar. Además en determinadas circunstancias las unidades motorizadas podrán asaltar hasta dos espacios.

Con solo esto es fácil entender la importancia de las unidades motorizadas, pero es que además hay que añadir que al ser unidades de élite y ser unidades blindadas es muy posible que obtengan un bonus de 2 columnas en la tabla de combate, por no hablar de su alto valor de ataque. Serán las unidades panzer las encargadas de hacer las brechas en las lineas defensivas que disponga el soviético.

Por otro lado está el terreno, los accidentes geográficos a parte de dificultar el movimiento por lo general perjudican al atacante y benefician al defensor, bien disminuyendo el factor de ataque, bien aumentando el valor del defensor, bien anulando el beneficio de los blindados (o cualquier combinación de estas tres circunstancias).

Y luego está la tabla de combate que es particularmente sangrienta para el atacante. Los combates se resuelven en ella calculando la proporción de fuerzas entre atacante y defensor con el habitual redondeo a la baja.

A esa proporción se le añadirán los desplazamientos resultantes de la calidad de las tropas, de si hubiera o no blindados interviniendo en el combate o de los posible apoyos aéreos. Y una tirada de un dado será la que nos de el resultado final del combate.

A pesar de que la retirada es posible aunque penalizada a través de hexágonos en zona de control enemiga, cosa nada habitual en los wargames, hay un resultado especialmente dañino para el alemán, el ex y el a1 d1, donde el defensor se retira pero tanto atacante como defensor pierden un paso de fuerza. Y es el rival quien elije la unidad que pierde el paso. Y para que el jugador alemán evite por completo la posibilidad de estos resultado tiene que irse ni más ni menos que hasta la columna 8 a de la tabla de combate. Y como suele ocurrir con la ley de Murphy en los wargames el resultado a1 d1 aparece en los combates que menos lo deseas.

Maikop. en la historia real, cyó por una acción audaz de comandos
Maikop. en la historia real, cyó por una acción audaz de comandos

Con esto quiero dejar claro que si bien los blindados alemanes son las unidades más importantes, prácticamente indestructibles en defensa, será precisamente en los ataques cuando más posibilidades tengan de desgastarse, algo que, tarde o temprano, termina por ocurrir.

El juego además del clásico movimiento por hexágonos y tabla de combate cuenta con la regla de las zonas de control (se puede salir de ellas pagando un sobre costes), desplazamiento ferroviario o estratégico (sólo para una unidad por turno y bando), linea de suministro, en general muy flexible y benévolo, basta con trazar una linea libre de zonas de control enemiga de cinco hexágonos a una carretera o vía férrea que contacte con la fuente de suministros amiga. Y además una serie de unidades especiales,en este juego encontramos flotillas y trenes blindados soviéticos, jagger y comandos alemanes, y reglas especiales, este es un juego donde la asunción del mando militar por parte de Hitler no es negativo para el jugador del eje.

Fuerzas aereas y navales
Fuerzas aereas y navales

Final del juego

Todos los turnos se comprobara la victoria, si el alemán que comienza con cero, alcanza los 18 puntos de victoria (20 si ha entrado en la partida el cuerpo de montaña italiano ) obtiene la victoria. El juego continua hasta el termino del turno 14, ganando el soviético si el jugador del eje no lo ha conseguido. Además desde el turno sexto se exigen unos determinados puntos de victoria al alemán, no alcanzarlos en la fase de comprobación de la victoria supone su derrota.

Algunas consideraciones sobre la victoria; el objetivo final de Edelwiss era Bakú, que ni siquiera aparece en el mapa de juego. Y desde luego los pozos petrolíferos de Maikop en pleno frente no eran la solución a los desesperados problemas de suministro del III Reich y más teniendo en cuenta el desastre del VI ejército en Stalingrado. Pero acertadamente, y teniendo en cuenta que hablamos de un juego, las condiciones de victoria se basan en un amplio y consolidado avance alemán en el Caucaso.

Son 38 puntos de victoria los que hay en el mapa, pero en estimaciones realistas son 22/23 puntos sobre los que tiene acceso. Tblisi, Batumi,… están demasiado lejos.

¿Está Astraján demasiado lejos?

Conclusión

Lo que es yo he tenido momentos muy buenos con The Caucausus Campaign, es un juego ajustado en dimensiones físicas y temporales. Los turnos vuelan, y el juego es muy dinámico en su primera parte, la aproximación a la cordillera Caucaso y desesperante cuando los soviéticos han organizado su defensa.

Hablo desde el punto de vista alemán, pero sólo porque es el que ataca. Organizar la defensa soviética es también un reto. Y como se ha dicho antes, más que en la defensa, los blindados alemanes sufrirán en sus ataques.

Y también creo que refleja lo fue Case Blau en general, y la operation edelweiss en particular, excesivamente ambiciosa, el formidable ejército alemán se revelo exiguo ante el vasto país soviético y el ejército rojo (sin este habrían dado casi igual las distancias). Lo que suponía lineas de suministros demasiado largas e imposibilidad de proteger el frente con garantias en todas partes.

Y en el juego eso aparece, el ataque debe ser devastador y continuado, para hacer que las defensas soviéticas se concentren en parar el ataque y así no tener que distraer tropas para evitar un previsible contraataque soviético que amenace la linea de suministros.

Es difícil la decisión del alemán en este juego una vez toma Elista. ¿acabo con Astraján? Demasiado lejos y fácil de reforzar, pero por otro lado es un camino del soviético a las espaldas del alemán.

Son apenas una veintena de divisiones alemanas y para que no se les venga el mundo encima deben hacer todo lo posible para llevar la iniciativa de manera rotunda. Contemporizar no es una opción para el jugador alemán.

Decía antes también que me recordaba The Russian Campaign, quizá por el sistema de combate, por los desplazamientos de columna de los stuka, por buscar la posición defensiva aprovechando el terreno en la retirada, por los palos que recibe el jugador rojo en los primeros turnos. Son muchas cositas las que me hacen acordarme del clásico de avalon Hill.

Quizá The Caucasus campaign apueste más por el detalle que TRC, un frente más pequeño y menos tiempo lo hacen posible. Aunque también es cierto que el inicio de TCC es más estandar que el de TRC, aquí el despliegue viene prácticamente dado, y no son muchas cosas diferentes las que se pueden hacer los dos primeros turnos.

Quizá sea ese el principal hándicap, cierto aire de “solo puedo hacer esto” en los comienzos de partidas, luego la cuestión se complica un tanto, no lo suficiente como para decir que sea un juego que quieres jugar una y otra vez para probar cosas nuevas. Pero si las suficientes como para jugarlo de cuando en cuando.

No siempre tenemos oportunidad de jugar a wargames, no siempre tenemos 5 a 6 horas, (puede que incluso con 4 se finiquite la partida). Pero tiene sus dosis de representación histórica, wargame clásico y azar para que cualquier partida deje un buen sabor de boca. Por mal que lo hagamos y mala suerte tengamos en los dados. Porque el azar está presente en este juego. Una serie de resultados malos en la tabla de combate puede hacer que se hable de victorias pírricas, que los panzer se desgasten demasiado en los primeros turnos casi eliminado cualquier posibilidad de victoria. Puede no pasar, pero (me) pasa.

A menudo se pregunta por un wargame de iniciación, y la verdad, casi siempre mi respuesta se inclina con este. Contiene todos o casi todos (aquí no hay artillería, ni partisanos) los elementos de un wargame clásico. Factorización de las unidades, hexágonos, tabla de combate, reglas y secuencia de juego que diferencian unidades de infantería de motorizadas, etc. Y, sobre todo, entra por los ojos, pocos wargames más bonitos vas a ver. Eso casi lo maximo que puedese aspirar en ese apartado en el mundo de las batallas de cartón y papel.

E insisto, las reglas y concepto del juego, hacen de TCC un juego ideal para saber si esto de los wargames es lo tuyo. Si el azar te fastidia, si te aburre calcular proporciones de combate, o beneficios del terreno y por donde cae la linea de suministro este juego es una manera ideal de saberlo. Y otra cuestión son los entreturno, el tiempo de espera a que el jugador rival termine no es nada del otro mundo, son pocas fichas y la secuencia intercala entre las fases alemanas una soviética.

En definitiva, un juego asequible, ideal para los que no tengan más que una tarde para jugarlo. Con profundidad estratégica limitada, pero que la tiene y capaz de ofrecer grandes ratos intentando colgar la bandera sobre el monte Elbrus.

Y que nadie se olvide es de la segunda Guerra Mundial, muy cerca de Stalingrado, un juego que genera por si solas conversaciones entre los jugadores, con mucho de what if y aire de peliculeras, pero para eso se juega ¿o no?

detalle de la trasera de la caja (foto David G. Cox Esq. BGG)

Ficha Técnica

The Caucasus Campaign

Diseño de juego: Mark Simonitch

Desarrolladores: Ivano Rosa

Director de arte: Roger MacGowan

Diseño de mapa y fichas: Mark Simonitch

GMT 2009

nº jugadores 1 o 2

Duración partida: 5 a 6 horas

Posición en el ranking de wargames de la BGG: 102

Enlaces de interés:

Introducción histórica : https://levmishkin.wordpress.com/2011/05/08/la-ascension-al-elbrus-the-caucasus-campaign/

Página de la BGG: http://boardgamegeek.com/boardgame/33003/the-caucasus-campaign

Reglás (en inglés): http://www.gmtgames.com/CaucasusCamp/TCC_LivingRules.pdf

Modulo para jugar online (vassal): http://www.vassalengine.org/wiki/Module:The_Caucasus_Campaign:_The_Russo-German_War_in_the_Caucasus,_1942

P.s. Esta reseña forma de parte de mi proyecto «aprende a reseñar un juego», agradezco cualquier tipo de comentario sobre la misma, pero sobre todo me gustaría saber que sobra, que falta, donde falla, donde acierta, etc. Como siempre los comentarios son bien recibidos.

El oso ha despertado y debe estar en tu mesa. Conflict of Heroes

Una patada en la puerta bastara para que se venga abajo la estructura podrida (Hitler a sus generales antes de la invasión de la Unión Soviética)

El Ejercito Rojo, la Armada y el Pueblo Soviético entero deben luchar por cada pulgada del Suelo Soviético, luchar por nuestros pueblos y ciudades… ¡hacía delante, hacía la victoria! (Josef Stalin en su discurso radiado a la URSS tras la invasión nazi)

Conflict of heroes. La edición en castellano de Devir. Imagen tomada de la págna de facebook de Devir

(advertencia: está entrada está dedicada a los que seguramente no la lean, es decir a aquellos poco o nada interesados en los juegos de mesa, en los wargames en paticular, que nunca les ha llamado la atención  la historia y menos la historia militar. En resumen a aquellos que no saben lo que se pierden).

Es muy poco probable que nadie haya oído hablar de la Segunda Guerra Mundial, seguro que películas como Salvad al soldado Ryan o La Delgada Linea Roja, y series como Hermanos de Sangre han sido vistas por casi todos. Incluso los vidoejuegos como Medal of Honor,  Call of Duty, Panzer General o Close Combat habrán sido jugado por una buena parte de nosotros. Por una razón o por otra la Segunda Guerra Mundial vende.  Y vende por que interesa. Así no es raro con encontrarse con quien es capaz de identificar un Stuka, unT-34, un Spitfire o un Tiger, quien es capaz de localizar las principales batallas, El Alamein, Stalingrado, Guadalcanal, Leningrado han hecho de nosotros casi expertos geografos; incluso los hay que a fuerza de defenderlos o sobrepasarlos saben al dedillo cuales son los ríos principales de la Unión Soviética.

Y probablemente, y a pesar de los esfuerzos de Hollywood, sea el frente oriental el que más interes despierte. Otra vez mil motivos, por la magnitud de la empresa, por los numeros, por la sangría. Por enfrentar a los dos grandes sistemas que disputaban la supremacia a los regimenes demoliberales.  El frente Oriental es guerra, guerra como no ha habido nunca antes, y probablemente no lo haya nunca más, ojalá. Pero el inmenso drama ha quedado fijado en la conciencia de la humanidad. Y ese drama el que nos trae la editorial Devir a nuestras mesas. El primer juego de la serie Conflict of Heroes; El despertar del oso.

Tras el Twilight Struggle, Devir vuelve a apostar por otro juego que viene avalado por su exito en el extranjero, si el Twilight Struggle ocupa el nº1 en la lista de la BGG, Conflict of Heroes anda por el puesto 97, el 37 en la lista de wargames. Hay quien piensa que es una puesta arriesgada, que está en una dudosa tierra de nadie entre el wargame y el eurogame (algo parecido a lo que se suele decir del Twilight), pero poco de eso debe importar a quien lo vea en una estanteria. Si tiene dinero, que no se lo piense, es el regalo perfecto para navidades. Pero no para el niño, el sobrino, o el vecino. Es el regalo perfecto para uno mismo.

¿Acaso  está harto de que la metan doblada con esto del ocio? ¿no encuentra de gilipollas hacer siempre lo mismo? ¿no le parece que los juegos online tienen el gran defecto de hacerle coincidir con petardos que de otra manera evitaría? ¿no le parece que angry birds no se ajusta a lo que espera de una aventura intensa y con sabor a épica? Invada la Unión Soviética, o si prefiere eche a patadas a los nazis. Sus humor y sus neuronas se lo agradecerán.

¿Con quien jugarlo? Seguro que conoce a alguien, a su esposo mismo, tan remilgado él, seguro que no le importa por un momento sentir el olor de la polvora, Con todo  si tiene amigos, haga algo por fortalecer su amistad, tienda nuevos puentes con ellos. Pasado el primer momento de apuro, el pensar que están jugando a soldaditos, veran que es algo más. Ya lo descubrira cuando aparezcan por su casi pidiendo la revancha, o dejandole caer que se ha comprado el último número de Osprey o Desperta Ferro y ahora lo sabe todo de historía y gestión militar. Este mundo, el del juego de mesa, el del wargame, es un vicio. Y Devir ha puesto una puerta a la perdición. hágame caso y consigase una copia para está navidades.

Alguna foto de la edición inglesa

Así que ya sabes, estas navidades que no falte en tus compras el Conflict of Heroes, de verdad.

La ascensión al Elbrus. The Caucasus Campaign.

La explendida montaña Elbrus

En el verano del año 1942 el mundo vió como la maquina de guerra nazi volvía a ponerse en marcha. Tras el inesperado reves sufrido por los alemanes a finales de 1941, detenido el avance alemán a las puertas de Moscú, sin conseguir ninguno de los tres grandes objetivos de Hitler; Moscú, Leningrado, el Volga, pero superado el crítico invierno de 1941-1942 la wermacht volvia a tomar la iniciativa en tierras soviéticas. Tras aniquilar la última resistencia en Crimea, Hitler fijó esta vez un gran objetivo, el Caucaso y sus pozos de petroleo de Bakú y Maikop. Stalin y el ejercito rojo esperaban el golpe en Moscú, pero este sería mucho más al sur, allí más de medio millón de soldados, en su mayoría alemanes, pero también rumanos, eslovacos e italianos, atravesaron el río Don, en dirección al Volga (Stalingrado) y las montañas del Caucaso (Bakú)

El avance alemán durante la ofensiva "Case Blau"

Y como en el verano del pasado año de 1941 las primeras jornadas de la ofensiva resultaron triunfales. Victoria tras victoria arrollaron la resistencia del ejército rojo, aunque esta vez los soviéticos parecían optar por la retirada y no por la resistencia desesperada (dejo a los historiadores profesionales resolver la cuestión de saber si fue producto de una nueva manera de actuar de la stavka o simplemente fruto del  terror al ejército nazi, como parece que comienza a leerse en estos tiempos).

En cualquier caso los exitos iniciales de la ofensiva «Case Blau» alimentaron la ambición de Hitler, el Grupo de Ejércitos Sur debía devidirse y afrontar dos objetivos, Stalingrado, la ciudad clave del Volga y los pozos de petroleo de Bakú.

Así, y llegamos al punto que realmente me interesa de esta entrada, en agosto de 1942 un ejercito tan moderno y formidable como el alemán, irrumpió en la región del Kuban, la tierra de los cosacos (más o menos las «kray» de Stavropol y, sobre todo, Krasnodar), en Kalmukia, y en las repúblicas del Caucaso Norte; Karachaevo-Cherkasia, Kabardino-Balkaria, Osetia, Daguestan y Chechenia. En definitiva a los soldados del eje se les abría un mundo y un crisol de culturas cuando menos exóticos. Pueblos tan orientales como los kalmukos, o tan guerreros como los chechenos, y tan «folkloricos» como los cosacos, vieron a unos alemanes más amistosos que lo que habían sufrido los ucranianos, bielorrusos y rusos. Probablemente las necesidades de reemplazos humanos, pero no sólo ellas, también el imaginario nazi situaba en el Caucaso parte del mito fundacional ario y rapidamente organizaron con las naciones del caucaso unidades militares con las que luchar contra el ejército rojo.

Cosacos con la esvastica en el estandarte
Kalmukos con uniformes de la wermacht (otoño de 1942)

Efectivamente, la cordillera del Caucaso fija la imaginaria frontera entre Europa y Asia, de la misma manera que lo hacen los Urales. Y allí se encuentra el monte Elbrus, el pico más alto de la cordillera, y de Europa, al estar situado en la vertiente norte del Caucaso. Una montaña mágnifica, por lo menos desde el punto de vista paisajistico, aunque según los aficionados al alpinismo una cumbre sencilla, cuya máxima complicación se encuentra en los días de clima adverso y no en la propia ascensión.

Otra estampa del Elbrús

No sé que sentirían los soldados del eje al llegar a las estribaciones de las montañas, atravesando las tierras de Kuban y  del norte del Caucaso. Viendo las fotos que se hicieron, con los cosacos, los calmucos, los ingushes, los kalmukos, etc, etc. a parte de constatar que no había ningún Vereshchaguin enrolado en la wermacht, pero la cámara de fotos y su testimonio nos permiten especular. Hoy en día todo está cercano y las distancias son relativas, un par de clicks nos permiten aproximarnos, por superficial que sea, a cualquier lugar recondito y hacernos idea de lo que allí nos encontraremos. Lo difícil es ponerse en el lugar del soldado alemán (y del rumano o del eslovaco o italiano que también particparon en la campaña del caucaso). Me imagino que la principal sensación sería la de triunfo, la de pertenecer a un imperio que se expandía más allá de lo concebible. Tras atravesar Polonia, Bielorrusia, Ucrania, regiones atrasadas pero reconocibles a los ojos de un centroeuropeo, llegaban al extremo de Europa donde todo era muy diferente, ni siquiera el regimén soviético estaba fuertemente asentado.

En cualquier caso al ejercito nazi se le abrió una posibilidad que no tenía nada que ver con la guerra contra el ejército rojo, la conquista del monte Elbrus, plantar en su cumbre la bandera nazi. Una operación que llevarían a cabo los regimientos de la 1ª divisón de montaña (Gebirgsjäger) cuando la batalla les ubicó en sus alrededores. El 1 de agosto los montañeros-soldados plantaron la esvástica en la cumbre del Elbrus,

La verdad es que viendo la filmación que hicieron no puedo menos que acordarme de Indiana Jones y el Arca Perdida, de aquella parafernalia nazi para abrir el Arca de la Alianza. Me cuesta creerlo pero cuenta una versión inverificable, al menos por internet, que Hitler al tener noticia de la hazaña estalló en rabia, «no quiero montañas, quiero el petroleo» se cuenta que dijo. Es muy probable que detrás de toda operación simbólica estuviera Himmler, el jefe de las SS y el más crédulo de la esotérica nazi, que considerba al Elbrus un monte sagrado de la raza Aria, pero para poco más que para fines propagandisticos tenía sentido la ascensión, ni siquiera era la primera que vez que se hacía cumbre.

Meses más tarde,  más al norte, a orillas del Volga, es atrapado y destruído el sexto ejército alemán, con su destrucción se pone en jaque toda la operación alemana en el Caucaso y los alemanes deben retirarse sin haber alcanzado su principal objetivo, Baku, tan sólo, y efimeramente, los pozos de Maikop. Las tropas de montaña alemanas deben retirarse de la zona de Elbrus, y el alto mando soviético ordena a sus tropas de montaña que conquisten el Elbrus sin demora. Da igual que en lo alto solo haya ya jirones una bandera nazi y que el tiempo no sea el apropiado, Stalin no puede esperar y le urge que la hoz y el martillo ondeen en el Elbrus.

El 17 de febrero de 1943 tras 4 días de penosa escalada, más equipados para la guerra que para el aplinismo, Alexander Gusev y 20 hombres bajo su mando hacen cumbre en Elbrus, destrutyen los dos estandartes nazis y colocan la enseña de la Unión Soviética. Se cierra así la extraña batalla por el Elbrus, una cumbre que no servía para nada.

 Como casi siempre en este blog, el motivo de la entrada de hoy reside en un juego, en este caso The Caucasus Campaign, editado por GMT Games el año 2009.  Un juego muy bien editado, reglamento a todo color, fichas de juego y hexágonos en el mapa de gran tamaño. Y de proporciones, a la hora de jugar, asequibles. Se puede jugar la campaña entera en una tarde completa (y parte de la noche, claro). Además no es un juego particularmente difícil de aprender. Y contiene lo que los americanos llaman chrome, estos elementos que realmente no aportan nada, o casi nada, al juego pero sirven para que la inmersión en el tema del juego sea más fácil. O por lo menos esa es la intención. que el chrome es una cuestión delicada en los juegos de mesa. El caso es que a mi me encanta, y The Caucasus Campaign tiene una buema ración; como el 800 batallón «los Brabenburgers», un comando de fuerzas especiales que conquistan casi sin pegar un solo tiro los campos de petroleo de Mailop, antes de que los soviéticos los destruyeran. (Alguien debería contra la historia de los miles de trabajadores alemanes que fueron destinados al Caucaso para recuperar los pozos de petroleo de Maikop y Bakú para la industria de guerra alemana) . O la NKVD bajo mando directo de Beria, que daba cohexión a los diferentes pueblos del Caucaso bajo régimen soviético, pueblos que nunca habían sido especialmente leales a Moscú, ni bajo el zar ni bajo los bolcheviques. O el estrecho de Kerch, en el mar de Azov, que permitía el paso entre la Península de Crimea y  la región de Krasnodar y la posterior y trágica cabeza de puente de Taman.

La conquista del Elbrus en el juego The Caucasus Campaign

Muchas historias pero la que más me llamo la atención fue la del monte Elbrus, quizá por que es un reflejo de lo estúpida que es la naturaleza humana, y más en las guerras. Pero sí, quizá por eso me gusten los wargames. En fin, y a manera de cierra, cualquiera que tenga más interés por esta campaña, eclipsada por lo que ocurrió en Stalingrado pero significativamente, cualita y cuantitativamente, pero mucho más importante que lo que ocurría en el Norte de África con Rommel y Montgomery, que se eche unas partiditas a este juego.

Fotografías de La Campaña del Caucaso. Agosto 1942- Febrero 1943

realmente esto no es una entrada, no es más que un test para ver como se have una galeria de fotos en wordpress. No se puede hacer directamente en la «libreria multimedia» y es necesario hacer una entrada en el blog para crearla.

Aún así y como es el proximo tema a tratar aprovecho para crear la galeria de fotos sobre la Operación Edelweis. que es como llamo el mando alemán, al intento de conquista de los pozos petroliferos soviéticos en el Caucaso «Grozny, Baku y Maikop». Una operación clave que se saldo en fracaso por el desastre de Stalingrado, la dificultad de abastecimiento y la determinación del ejército rojo.

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Es un poco chapuza, me falta poner fechas, lugares y textos a las fotos, ordenarlas en orden de los eventos y quitar alguna que se me ha colado y poner otras que me he dejado. Pero así aprendo.

Historia Bélica

Vasili Grossman en su despacho

Tras el fiasco de ayer espero poder ahuyentar mi dispersión característica y lograr hoy un mínimo de concentración para llevar a buen puerto la entrada de hoy. Y que me perdonen todos los historiadores profesionales, los profesores de historia, los estudiantes de historia; pero hoy voy a volver a jugar a historiador, aún que realmente este más cerca de la perspectiva que plantea el título del poema de Brecht Preguntas de un obrero que lee, pero tengo la necesidad de interrogar a la disciplina y criticar cierta historia que tiene su espacio en las librerias y kioskos de nuestras ciudades. El caso es que ando estos días leyendo Años de Guerra de Vasili Grossman, una obra que recoge alguno de sus relatos dedicados a la Gran Guerra Patriótica, como El pueblo es inmortal y El viejo profesor. Relatos, que aunque no llegan donde lo hace Vida y Destino, aquí se nota la mano de la censura y cierto heroísmo forzado, vuelven a mostrar el pulso narrativo de Grossman y su interés capital por las vidas de las personas en la guerra, algunas de ellas son soldados, incluso soldados ejemplares, pero no dejan de actuar como seres humanos, con motivaciones, defectos y virtudes fácilmente identificables por cualquiera de nosotros.

Así con Vasili Grossman me termina sucediendo lo mismo que cuando leo a  Lev Tolstoi y me pregunto ¿acaso es mejor la novela que la historia para hablar de la guerra real? ¿Es posible que la ficción pueda llegar donde no llega la ciencia? pero sobre todo ¿por qué la guerra?

Ya he indicado en alguna ocasión anterior el gusto del público por la historia de la guerra, y en particular por la historia de la Segunda Guerra Mundial. Como ejemplo se puede poner la colección Memoria Crítica de la prestigiosa editorial Crítica, donde 41 de sus 82 títulos están basados en alguno de sus aspectos (el llamado socialismo real con  13 y el fascismo con  10 monografías cada uno son los otros grandes temas, que también suelen tocar la Segunda Guerra Mundial).

En realidad todo esto habla del retorno (aunque en realidad ya son muchos muchos años) de la historia del acontecimiento y la narración. El estructuralismo, el marxismo (entre otras corrientes) más preocupados por descubrir las estructuras internas, las causas y las consecuencias de las sociedades históricas han visto al acontecimiento con cierta indiferencia. Por ejemplo, Eric Hobsbawm en su magnifica Historia del siglo XX apenas dedica unas lineas a la Segunda Guerra Mundial. Puede resultar chocante, ¿cuantos millones de personas murieron o perdieron algún familiar directo en Europa entre 1939 y 1945? ¿cuantas vieron sus hogares destruidos? ¿cuantas se vieron desplazadas? ¿cuantas sufrieron los rigores del hambre? Es posible que para todos aquellos que vivieron esos años fueran los más significativos de su vida, pero para ciertos historiadores, aquellos más interesados en la historia total, no lo son.

Las calles de Leningrado en otoño de 1941

De todos modos la historia de la guerra, aún como tema secundario, pero tan querido por los lectores, si que es perceptible de afrontarse de nuevas maneras. Me sorprende como a día de hoy editoriales como la británica Osprey, que tiene aquí su puñado de seguidores, sigue empeñada en publicar la historia de los generales. Un ejemplo,sacado casi al azar de uno sus libros dedicados a la Operación Barbarroja, la invasión de la Unión Soviética, uno de los mayores dramas de la historia de la humanidad.

La movilidad alemana dejó clavados a los soviéticos. Partiendo el 1 de octubre, el XIV Cuerpo Panzer avanzó por la derecha y el III Cuerpo Panzer varió a la izquierda, con lo cual cortaron las comunicaciones del Frente Sudoccidental. Con buen tiempo, los hombres de Von Kleist (menos el XLVIII Cuerpo deP anzer, transferido a Guderian después de Kiev) pusieron en grave peligro al 18º Ejército y, en menopr medida, al 9º. El 3 de octubre ambos se retiraban, perseguidos por el decimoprimer Ejército. Dos días después el III Cuerpo Panzer ocupó Melitopol, los grupos Panzer e Y.T. Cherevichenko se hacía cargo del Frente Meridiona. Los ejércitos 9º y 18º fieron destrozados: tuvieron 106.000 prisioneros y perdieron 212 carros y 766 cañones de toda clase. Los alemanes enterraron con honores al jefe del 18º Ejército, Smirnov, y Von manstein volvió a concentrarse en Perekop. Operación Barbarroja (2003). Robert Kirbuchel

Francamente aburrido, de escaso interés, y lo que es peor, inhumano. La guerra convertida en partida de ajedrez, donde los generales despliegan sus ejércitos como piezas. Cosa que por otra parte no tiene demasiada relación con lo que ocurre en la realidad. Los miles y miles de Frich e Ivanes que lucharon, no son más que un número para el historiador de Osprey. Al igual que para el general, el soldado es una cifra que se rinde, avanza, retrocede o simplemente muere. Nada sabemos de lo que es para el soldado «presionar un flanco», retroceder, marchar, sobrevivir a un bombardeo, llegar y ver el río Dnieper como último lugar para la defensa, buscar en aldea de los asustados campesinos la cena de hoy, o simplemente encontrar un momento para escribir una carta, quizá la última, para sus familiares.

La primera carta venía de Ereván y estaba dirigida a Babadzhanian. Al leer el remite Bogariov vio que era de la esposa de su valiente amigo.

Los jefes de compañia Ovchínikov y Shuleikin seleccionaban con rapidez las cartas mientras decían en voz baja: «Éste está…, éste muerto…, éste está…, éste muerto», y colocaban las cartas de los muertos en un montocito aparte.

Bogariov recogió la carta de Babadzhanian y se dirigió hacia su tumba. Colocó la carta sobre el túmulo, la cubrió con tierra y pus encima un trozo de metralla. Permaneció largo rato junto a la tumba del jefe de batallón

– ¿Cuándo me llegará a mi tu carta, Lisa?- se pregunto en voz alta. El pueblo inmortal (1942).Vasili Grossman

Es por cosas como esta por la que pienso que la novela se acerca más a la guerra que la historia. Quizá no sólo sea por desinterés del historiador, quizás no encuentre la fuentes que le permitan dar el tono adecuado a la narración. Son miserias de la profesión, supongo. De todas maneras es justo reconocer que hay inquietudes y que la historia bélica y militar se está replanteando desde hace bastante.

El 18 de junio de 1815 se libró una batalla cerca del pueblo belga de Waterloo. Como sabrá cualquiera que haya estudiado la historia británica, el resulatdo de esta batalla fue que un ejército aliado a las órdenes del duque de Wellington, con un apoyo tardío qunque decisivo de las fuerzas prusianas dirigidas por Blücher, derrotó al ejército francés mandado por Napoleón Bonaparte, decidiendo así la suerte de Europa. En los días que siguieron a la batalla, uno de quienes contribuyeron a determinar el destino del continente, el soldado raso William Wheeler, del 51 regimiento de infantería británica, escribió varias cartas a su mujer:

«La batalla de tres días ha concluido. Estoy sano y salvo, que ya es bastante. Ahora, y en cualquier oportunidad, pondré por escrito los detalles el gran acontecimiento, es decir, lo que me fue dado observar… La mañana del 18 de junio amaneció sobre nosotros y nos encontró calados de lluvia, entumecidos y tiritando de frío… El año pasado me reñiste muchas veces por fumar en casa, pero debo decirte que, si no hubiera tenido una buena provisión de tabaco esa noche, habría muerto.»

Wheeler continuaba ofreciendo a su mujer una descripción de la batalla de Waterloo desde una posición peligrosa: la experiencia de soportar el fuego de la artillería francesa, la destrucción de un cuerpo de coraceros enemigos por la descarga de su regimiento, el espectáculo de montones de cadáveres de guardias británicos quemados en las ruinas del castillo de Hougomont, el dinero saqueado al cadáver de un oficial de los húsares franceses, muerto por los disparos de un miembro del destacamento de Wheeler. Los libros de historia nos dicen que Wellington ganó la batalla de Waterloo. En cierto sentido, Wheleer y miles como él la ganaron igualmente. Historia desde Abajo. (1991) Jim Sharpe

Y así debe ser, la llamada Historia desde Abajo ofrece nuevas posibilidades para acceder a la historia de la guerra. La victoria, el heroismo, la épica conviven gracias a esta forma de historia junto a las vilezas de los ganadores y los perdedores; el saqueo, la cobardía, las ejecuciones sumarias, la tortura. Es difícil, por ejemplo, encontrar un libro que cuente el sistema de abastecimiento de un ejército. Por lo poco que sé un ejército en movimiento, tanto en retirada como en ocupación, debe ser lo más parecido a una plaga de langostas. Casí nunca se habla de las «requisas» forzadas, como casi nunca se habla de las levas de los mozos. Reclutar soldados para una guerra, el alistamiento forzoso, las familias campesinas que perdían los brazos para la faena, el marido, el padre, el hijo. Eso también es la guerra, pero no aparece en la guerra de los generales.

Niños juegan en la sitiada Leningrado 1942

Pero el problema persiste para la historia, dice Peter Burke

En el caso concreto de la historia militar, John Keegan ha señalado que la narración tradicional de las batallas es equívoca por «centrarse en los líderes» y por su «reducción de los soldados a peones» y se impone abandonarla. «la historia desde abajo» incluye actualmente la historia de la guerra. lA dificultad de hacerlo podría ilustrarse con el caso del conocido estudio de Cornelius Ryan sobre el Día D. Ryan se dispuso a escribir sobre la guerra de los soldados, más que sobre los generales. Su historia es una prolongación de su obra como corresponsal de guerra: sus fuentes principalmente orales. Su libro transmite muy bien la «sensación» de la batalla en ambos bandos. Es vívido y drámatico -de hecho, está organizado, a la manera de un dram clásico, en torno a las «tres unidades de lugar (Normandía), tiempo (6 de junio de 1944) y acción»-. Por otra parte, el libro está fragmentado en episodios separados. Las experiencias de los distintos participantes no están cohesionadas. La única manera de hacerlas coherentes parece ser la imposición de un esquema desde «arriba», volviendo así a la guerra de los generales de la que el autor intentaba escapar. El libro de Ryan ilustra el problema más claramente que muchos otros, pero el problema no es sólo suyo. Este tipo de sesgo es quizá inherente a la organización narrativa.  Historia de los Acontecimientos y Renacimiento de la Narración. Peter Burke.

Este problema de perspectiva sí lo resuelven escritores como Tolstoi y Grossmann, pero parece que a los historiadores les cuesta más. Como dice Burke, en las obras de Ryan, Atkinson (Un ejército al manacer) hablan de los soldados pero terminan por tomar el punto de vista de los generales. Son buenas obras, bien escritas, pero terminan por fallar en lo esencial. La guerra es contemplada con cierta benevolencia maniquea. Sin embargo hay otros historiadores como Ronald Fraser que a través de la historia oral  (Recuérdalo tú y recuérdalo a otros) elude directamente la «verdad histórica» para acercarnos a las otras verdades, las subjetivas, las  de los contendientes, estuvieran o no en el frente. La historia se convierte en polifonía y ya no hay una tesis que criba los testimonios en una sola dirección, son muchas las voces las que hablan en una guerra, y muchas veces cuentan cosas que no nos gustan.

En los bosques de Lvov

Como dice Slavoj Zizek dando la vuelta a las palabras de Adorno «Solo es posible la poesía después de Auschwitz», el filosofo esloveno dice que la representación y reconstrucción del horror a través del realismo y las pretensiones de veracidad, solo pueden desembocar en falsedad, que solo la poesía puede acercarnos a lo que allí paso. No sé si es pertinente la comparación, pero de algún modo siento como Zizek al comparar Si esto es un hombre de Primo Levi con Auschwitz de Lawrence Rees. Si bien es cierto que la obra de Levi es prosa, no puedo si no pensar que Zizek no se equivoca al hablar de sensación de falso de los pretendidos documentales y ensayos realistas.

Termino, todo esto rollo para intentar explicar mi desconfianza hacía la historia militar, un genero menor, pero muy interesante, que todavía tiene mucho que decir, pero que le hacen falta autores, no sé si imaginativos, sensibles o simplemente diferentes. De momento me quedo con los novelones de Grossman o Tolstoi, la sátira de Jaroslav Hasek, o el descarnado Erich Maria Remarque. Todos novelistas

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