Que difícil me resulta hablar de juegos. Ayer me pase toda la tarde intentando escribir una respuesta a una pregunta que se me había insinuado por twitter. ¿Es mejor Red Flag Over Paris que Fort Sumter?
Para quien no lo sepa ambos son juegos de GMT, Red Flag hijo directo de Fort Sumter (que a su vez es hijo de 13 días quien por su parte es descendencia directa de Twight Struggle)
Tan venerable estirpe parece que pronto dio síntomas de una decadencia que tuvieron a Fort Sumter como su principal representante. Un gen negativo, la brevedad insustancial, afectaba a esta rama de la familia. ¿Devuelve Red Flag Over Paris algo del vigor del bisabuelo? ¿O es un callejón sin salida de la evolución?
No lo sé, no se responder a esa pregunta. O mejor dicho no sé como responder a esa pregunta de una manera precisa o por lo menos inteligible. Ayer pensando en como interrogar a Red Flag sentía que me faltaba algo y me sobraba otro tanto. Sentía mi montón de prejuicios y expectativas como una amenaza para el pobre juego, y lo que es peor, no tenía nada claro que preguntarle, estaba vacio. Imaginense a un fiscal con un «Señoria, no hay preguntas» no ya para un circunstancial testigo, si no precisamente para el principal acusado.
Bueno esto no del todo cierto, si no había preguntas no era por que nada me inquietara o nada despertara mi curiosidad. La necesidad era real. Pero para responder una pregunta ¿Es mejor Red Flag Over Paris que Fort Sumter? Yo necesitaba hacerlo haciendo más preguntas. Necesitaba saber lo que estaba diciendo, supongo que es una manera de intentar ser honesto.
Pero ¿Cómo se pregunta a un juego? ¿Cómo se consigue que toda esa madera, plástico y papel te responda algo que no sea descripción interesada del editor?
Y volvía a mirar lo que se escribe y se cuenta de la red de los juegos de mesa. Tenía la esperanza que en todo este tiempo algo hubiera cambiado, como hemos cambiado todos, como han cambiado los juegos. Quería ver que preguntas se hacían a los juegos, quería copiarlas.
Y bueno me invadió la nostalgia, Chema Pamundi y Éxito Crítico hace tiempo que dejaron de preguntar a los juegos, incluso eche de menos la acidez del Dado de Jack , quien me lo iba a decir (aunque este parece haber vuelto no tanto por reseñar y preguntar a los juegos como por hacer esto a la sociedad que los juega)
Es cierto que hay están Misut Meeple y su titánica y enciclopédica labor, o Doctor Meeple, o Mishi Geek. Tres magnificas patas para un banco, pero para un banco que no me apetece sentarme. Las tres han desarrollado un sistema tan neutro que muchas veces me parece que están hablando siempre del mismo juego. Por poner un ejemplo de mi desconexión con ellos, lo último que se me ocurre al jugar un juego es su escalabilidad, el número idóneo de jugadores. Supongo que es empatía por el posible comprador pero yo prefiero empatizar con el propio juego aquello de ¿Qué me quieres contar? ¿Cómo pretendes hacerlo? (uy van surgiendo las preguntas) Es verdad, las percibo como marketing, blando (aunque habría que prohibir todos esos sellos), bien hecho y probablemente necesario para mucha gente. Pero ahí no está lo que busco.
Y sucede el milagro, no sé como ni porque, aterrizo en una web que me deslumbra, Space-Biff,de Dan Thurot hay allí toda una serie de entradas Talking about Boardgames que me tienen literalmente enganchado al monitor. Aprendo muchas cosas, desde muy grandes a muy pequeñas. Reafirmo cuestiones que ya intuía, tuerzo el gesto con unas pocas. Me agrada. Literalmente acepta el cuerpo a cuerpo que supone confrontar ideas, se esmera por salir vencedor.
Y allí encuentro Talking About Games: Five Categories en particular lo de distinguir entre tema y ambientación. Me parece una forma extraordinaria de acercarme a The Red Flag Over Paris. Ahora solo me queda hacerlo.
Pero en esas que me entretengo, y descubro que Thurot ha reseñado el Dual Powers, un juego que tenía en mente para hablar de The Red Flag, un ejemplo que se me ha ocurrido precisamente cuando leía lo de distinguir entre tema y ambientación, de cuando hay ambientación pero no hay tema. Y hete aquí que encuentro que para Thurot sí que hay tema, que Dual Powers «es también una expresión eminentemente jugable de cómo se desarrolló esa lucha histórica». Y lo explica de manera convincente, pero yo estoy convencido de lo contrario ¿Y ahora qué hago?
Así que vuelvo a la casilla de salida, no tengo ni idea de hablar de juegos de mesa, pero seguire leyendo a Thurot, quizá algun día…