Sirva esta entrada, no como ejercicio de entomólogo si no como saludable parodia de lo que nos encontramos en el día a día en la red los aficionados a los juegos de mesa. Nadie se sentirá identificado con ninguna de las propuestas de clasificación, al menos no he pensado en nadie en concreto para ningún personaje en particular, aunque es posible que si veamos parte de nuestra conducta en la red en varios de ellos. No es más que un divertimento, y una reivindicación. A esta alturas se conoce mucho más a Darth Vader, Sauron o Peter Parker que algunos de los personajes que yo propongo. Y sin embargo se les sigue tomando a los primeros como cosa de friquis. Debiera ser al revés. Lo raro, lo excepcional, lo que va contra la norma y las convenciones en internet es hablar de estos caracteres. Muchos pensaran que lo adecuado es hablar del sturmtrooper, una referencia más fácil de asimilar, pero también mucho más plana. Me niego a no poder usar lo que el entretenimiento lector me ha proporcionado.
Pero a lo que íbamos, como son o como se comportan los aficionados a los juegos de mesa en la red-
Los 7 arquetipos del aficionado a los juegos de mesa en la red.
Hiperión (o el eremita en Grecia). Si hay un personaje afectado, amanerado, consciente y pagado de si mismo y con infulas de trascendencia en la literatura es el hiperión de Holderlin. De acuerdo, lo he leído en castellano, quizá me pierdo lo fundamental. Pero es insufrible, dan ganas de asesinarlo. El hiperión en los juegos de mesa es fácil de identificar. Es el que busca en ellos experiencias trascendentales, el que insiste una y otra vez en que son cultura, del pasado como un edad de oro perdida. Solitario, romántico y autosuficiente. Le preocupa más relacionarse con los dioses que con los mortales, a los que ve como bárbaros que se desviaron en el camino de la pureza. Solo le gustan los juegos que existen en su imaginación.
El gran inquisidor. Este es uno de los personajes más brutales de la literatura. Solo aparece unas pocas páginas en la novela Los hermanos Karamazov. Pero quita el aliento. ¿Quien si no el gran inquisidor podía juzgar, y condenar a Jesucristo? Y sin pruebas ni testimonios falsos. Un agudo y cruel juicio y una sorprendente revelación, que deja a la humanidad a la altura del betún y sin esperanza alguna. En nuestra afición no falta quien esgrime la espada de Roma, quien sería capaz de condenar al infierno a Knizia, Feld o Wallace. El gran inquisidor sabe que el mejor juego es la oca y que todos acabaremos reconociendolo.
Gargantua. Con el gigante francés todo mueve a la risa. Es el inventor del limpiaculos, el vencedor de Picrochole, el devorador de manjares, el que meó Paris y ahogó a sus habitantes. Rabelais nos describe su colección de juegos y supera los centenares ¡en el siglo XVI! En su vocabulario no existen las palabras mejor ni peor: la vida y los juegos son para disfrutarlos, o mandarlos a la mierda. Algunos nos asustamos por los martillazos, pero yo sé que si Gargantua pasara aquí no dudaría en tomar este blog por un retrete. Y si sobreviviera a la gran micción agitaría el puñito exclamando «no hay derecho», como si para Gargantua existiera tal cosa. Gargantua es el gran jugón, sin sentido de la mesura, el que lo juega todo sin prejuicio alguno y sin mayor referencia que el placer que le otorga.
Ignatius Reilly. John Kennedy Tool creo un personaje inmortal en La conjura de los necios. El lector no sabe muy bien que sentir por Ignatius, ¿lastima? ¿desprecio?. No fueron pocas veces leyendo el libro que sentía que los sentimientos que proyectaba por el héroe en realidad los dirigía a mi. Y resultaban tan negativos. Los ignatyus de los juegos de mesa no son solo aquellos que esperan algún día diseñar el juego de los juegos, también son aquellos que su vida continua los ha alejado de jugarlos y como sucedáneo sueñan partidas memorables. Se entretienen más en las redes sociales y comprando juegos que jugandolos.
Babbit. Quizá el más desconocido de esta lista, y, sin que sea sorpresa alguna, el más habitual. Trevor Sinclair escribió sobre un personaje que hace lo que se espera de él. Trabaja, gana dinero y lo emplea en mejorar su nivel de vida. Lo que ocurre es que su nivel de vida no lo dicta él si no la sociedad que le rodea. Sin duda en su amplia colección tendrá los 10 mejores juegos que dice la Board game Geek. Aplaudirá y repudiara los juegos que la comunidad y los gurús dicen que hay que aplaudir y repudiar. No termina de entender muy bien el follón que montan algunos con esto de los juegos de mesa, y no sabe como decir a su grupo de juego que esta hasta las narices de jugar al Catán. Algún día el volcán estallara y nos pondrá a todos en el sitio que nos corresponde.
Tom Sawyer. El menos solitario de esta lista. Y no solo por su amistad por Huck. Los juegos no se juegan solos, necesitan de más gente, y son una aventura. La red está muy bien, pero sólo si es capaz de llevarnos a una isla desierta que esconda un juego. Pero no un juego abstracto, y si es de piratas mejor. Tom es un muchacho, por lo tanto inocente, que solo busca experimentar, divertirse y soñar pero hasta eso le puede granjear enemigos mortales como «El indio».
Stalker. En la novela de los hermanos Strugatski Picnic en el camino, el stalker es el guía de una misteriosa zona, la zona. No está muy claro que la zona interese a nadie más que a los stalkers, al fin y al cabo es ella la que da sentido a su existencia y no está muy claro el beneficio que obtiene el visitante ocasional. En los juegos de mesa existen, los stalkers, porque han tomado su afición por una zona que solo se puede acceder por visita guiada y también como un factor de identidad. Son aquellos que desean guiar hasta la esfera dorada, aquellos que aun creen que todos los seres humanos tienen los mismos sueños. Les veréis hablando de maravillas de juegos que solo conocen ellos, pero no os preocupéis, lo hacen con sinceridad y saben de sobra que nadie esta obligado a hacerles caso, cuentan con ello.
Por cierto también esta propuesta de arquetipos es una sugerencia literaria para Kabutor, que el pobre lloraba como un cocodrilo no haber leído un solo libro de una lista que pretendía recoger los 100 libros para ser una persona más interesante. Son personajes sacados de los libros y, que este tranquilo el responsable de El Tablero, no hay ningún afán snob detrás de ella. Hubo en tiempo que fui un afanoso y desesperado lector, y tragaba centenares de libros. Buscaba en ellos lo que la vida no me ofrecía. Me enganchaba a a ellos por los personajes, se establecía una afinidad entre el héroe y yo. Vivía los libros por lo que ofrecían, así que son sangre de mis entrañas.