Eduard Jil,»Trololo Man» y Dean Reed, el Elvis «rojo»

WasQ, blogger barcelonés con un enorme sentido del humor, aficionado a los gadgets, a los juegos de mesa y a las últimas tendencias y fenómenos que recorren la red, ofrecía ayer en facebook una de las últimas sensaciones de twitter; Trololo Man. Una canción desconocida a la que se ha llamado «Trololololololo » y sobre todo una interpretación que el calificativo que más se ajusta es el de «Kistch»«vintage». Con mucho cachondeo y mala leche la página del Trolololololo reclama una gira mundial del Trololo Man.

La verdad es que cuando lo ví me quedo la mosca detrás de la oreja «yo a ese le conozco». Entre  mis dudosas y poco edificantes aficiones se encuentra la contemplación de la programación de la televisión soviética de los años 70 y 80, sobre todo la de programas infantiles y músicales. Más allá del evidente gusto por la horterada del vestuario o del escenario (esos pianos de cola rojos) que tenían por aquel entonces, en muchas ocasiones uno se puede encontrar con una estupenda canción. Finalmente he podido confirmar que se trata del mismo interprete que el de «Trolololololo», Eduard Jil, un solista que acompañaba al «Bolshoi Diestki Jor» en un par de canciones. Averiguada su identidad la red ofrece ya la completa biografía de lo que es el último «meme» mundial.

Dos más dos; cuatro con Trololo Man

Estas son imágenes de la misma televisión que acogía a Dean Reed, del que ya hablamos en la entrada, y que me parece que pasó injustamente desapercibido, dedicada a los rockeros soviéticos, y que podía haber sido protagonista de cualquie otro «meme». Dean Reed, del que circulan varias biografías por la red, por lo que no vamos a repetirlas aquí, es, por lo menos a mis ojos,  uno de los iconos de la decadencia del «imperio soviético».

Dean Reed sostiene en brazos a una verdadera estrella, Lena Mogucheva

Dean Reed, rockero, actor de «spagueti western», consiguió más fama que Eduard Jil. Sus actuaciones de Bela Ciao, Oda a la Alegria, We shall Come, No nos moveran, etcetera, etcetera en las galas de la televisión estatal soviética casi me provocan vergüenza ajena. Lo bien acogido que era por los sectores de mediana y avanzada edad de aquella sociedad  no hacen sino reflejar la necesidad que tenían de nuevos aires, de un poco de «cosmopolitismo». Por su parte los jovenes preferían seguir con sus cassettes clandestinas escuchando a Bob Dylan, a los Beattles, a los Rolling y a los más genuinos roqueros de su patria, como Visotski y Grebenshchikov (a ambos les colocó occidente la etiqueta de «Bob Dylan soviético».

Dean Reed canta Bela Ciao

Eduard Jil. que ya está bastante mayor, ha recuperado gracias a la red su notoriedad, incluso la ha superado; ahora llega a los lugares más insospechados del mundo. Y habla como hablaría un ciudadano de la URSS, con solemnidad, celebrando la fuerza de la red, de la música que une, de la amistad de los pueblos,  y  se acuerda de los compositores. Se toma bien el ser el protagonista del meme. No se da cuenta,o no quiere darse cuenta, de lo efímero de todo esto. Hoy le toca a él ser el protagonista de la red, mañana será un fenómeno de la la danza de la lluvia en Burkina Faso, ayer lo fueron Los Colorados; todo para que podamos esbozar una sonrisa frente a la pantalla. La duda está en saber si nuestra generación, nuestra cultura de hoy en día podra ofrecer algo que pueda ser catalogado en un futuro como «kitsch» o «vintage», vivimos de las rentas que nos dejaron otros.

Y una última reflexión. Una vez se calificó a este blog como «vintage». El hecho de conocer a Eduard Jil, su contexto, me hace pensar que la crítica es cierta; aunque no es deliberado,  así me salen las cosas. Y casi parece que me acercó más a la actualidad de lo que pretendo.

1989 Dawn of Freedom. El tiempo de las campanillas

Leo en la BSK la noticia del proyecto de un nuevo juego 1989: El amanecer de la libertad. Aunque parece que no será un juego nuevo, sino una expansión del Twilight Struggle (Conflicto crepuscular) del que ya hablamos en este mismo blog.

No sé como tomarme esta notica Twilight Struggle es un gran juego, más allá de sus defectillos, que consigue de largo lo que pretende; esto es que dos jugadores, cada uno en el papel de una de las dos «superpotencias» compitan por lograr la hegemonía mundial. 1989 se presenta también como un juego para dos jugadores; de un lado el «democrata»  y de otro el «comunista». La promoción del juego incide en la lucha por un sociedad civil que quedara fuera del control del partido comunista.

Más allá de los maniqueismos que se puedan establecer en la presentación de buenos y malos, de los atractivos de occidente y las penurias del bloque del este, es muy interesante que sigan apareciendo juegos de este tipo, que se intente plasmar en un tablero conflictos de orden cultural, político y simbólico. Es un reto superar al enfrentamiento de ejércitos desplegados en un mapa, tal y como hacen los clásicos wargames, donde la fidelidad al terreno y al orden de batalla pueden hacer más fáciles las cosas. Un conflicto, o evento histórico, como el derrumbe del muro de Berlín, del Pacto de Varsovia, o de la propia Unión Soviética se me antoja más difícil de reflejar. No sé como resultara en esta ocasión, el hecho de que el punto de partida de 1989 sea un juego de dos jugadores levanta mis dudas. No existió tal competencia en el derrumbe del mundo del «socialismo real», el barco estaba podrido, tanto económicamente como ideologicamente la URSS y su imperio estaba en quiebra, y todavía resulta sorprendente (al menos a mi) como desde el 8 de noviembre de 1989 (la caída del muro de Berlín) hasta el 25 de diciembre de 1991 (la disolución formal de la Unión Soviética) apenas si hubo represión. Hay una imagen bastante gráfica, La figura impotente del otrora todopoderoso secretario general de la Unión Soviética, en este caso Mijaíl Gorbachov en el kremlin, que ni siquiera fue invitado a Belovezhskaya Pushcha, donde los presidentes de la republicas de Ucrania (Leonid Kuchma), Bielorrusia (Stanislav Shuskevich) y Rusia (Boris Yeltsin), todos ellos antiguos miembros del PCUS, dejaron fuera de circulación a Gorbachov y su partido. De cualquier manera sí que es cierto que los what if («que hubiera pasado si») tan gratos para este tipo de juegos son multiples en este evento histórico. 1989 es un año crucial, y la verdad es que uno alberga dudas si fue inevitable y puro determinismo histórico o el ser humano volvió a demostrar que el presente y el futuro está en sus manos.

Desgraciadamente todavía hoy la mayor parte de los análisis que se se han hecho de la caída del comunismo lo han interpretado desde el revanchismo ventajista del ganador, para hablar de la historia de la URSS por lo visto es tan permitidos los epítetos y adjetivos calificativos que en cualquier obra con pretensiones «científicas» estarían fuera de lugar.

No sé si el juego 1989, que realmente no habla de la caída de la URSS si no de sus satélites, sera un gran juego, lo que esta claro es que parece confirmar el interés por una nueva senda en los juegos de mesa, los juegos de simulación política (Twilight Struggle, 1960 Making of a president, no lo son tanto los clásicos Kremlin o Junta) en los que, con muy buen criterio, van introduciendo las circunstancias culturales que los rodean, o por lo menos eligen temas donde el peso de la cultura popular es más evidente a nuestros ojos. En este sentido, y dentro de lo poco que se conoce del juego, recuerdo que es un proyecto y todavía falta mucho tiempo para verlo en el mercado, me ha llamado mucho la atención una de las cartas del juego «mi primer plátano»

"Mi primera banana". La libertad de movimiento permite a los alemanes orientales ir de compras a Alemania Occidental.

Evidentemente no sólo hace falta libertad de movimiento, también hace falta un bolsillo lleno, pero de esto y otras cosas, como la desaparición de productos emblemáticos en la vida cotidiana de la RDA (vease la comedia «Good Bye Lenin) solo lo tuvieron en cuenta más tarde. El reclamo occidental, la posibilidad de experimentar y desarrollar nuevas formas de vida estaban ahí, y desde luego que hacen muy bien incluyéndolas en el juego.

También las lineas promocionales de GMT Games que dedican al juego resaltan una factor con el que estoy parcialmente de acuerdo » Por un lado encontramos a los estudiantes fascinados por el estilo y la cultura pop de occidente» Desde luego los jovenes lo pasaban mal en el este; los coros del ejercito rojo, las danzas cosacas, las películas de la Gran Guerra Patriótica, los divos de la música ligera como Pugacheva, tenían más de tortura que de satisfacción. El régimen no encontraba, ni propiciaba, formas de acercarse a este sector tan importante de la población. Dean Reed «El Elvis Rojo» solo satisfacía a las autoridades del partido. En la Unión Soviética sus jovenes estaban más pendientes de las películas de Bruce Lee  y de las cassettes clandestinas de rock de grupos y cantantes tanto extranjeros como patrios.

Ya digo que el fenómeno de la caída está por explicar. Probablemente sea una suma de un montón de aspectos. Posiblemente uno de las formas de ilustrar la sociedad soviética, al menos a sus jóvenes, sea la música rock que estos escuchaban y de la que eran verdaderos entusiastas. No sé como sería en los países del Pacto de Varsovia, pero en la URSS, el rock era un movimiento liberador que, y a pesar de su origen, no les acercaba necesariamente a Occidente.

Yana Dguialeva

El rock soviético es un tema fascinante que daría para varias tesis doctorales (seguro que existen), a principios delos 80 estaba prácticamente prohibido, con conciertos en apartamentos y cuando la URSS desapareció los conciertos eran ya multitudinarios y la estética se había impuesto a casi todos los jóvenes soviéticos. Aunque son tres figuras las que creo yo que reflejan mejor su importancia y sus expectativas, a saber Viktor Tsoi (1962-1990) Alexander Bashlachiov (1960-1988) y Yana Dgialeva (1966-1991). Los tres murieron muy jóvenes, Tsoi en accidente de tráfico,  Balsahchiov y Yana se suicidaron. Etiquetados como estrellas del punck-rock soviético encajan mejor dentro de la categoría de poetas roqueros, al menos a mis oídos. Textos desgarrados por el nihilismo, con abundantes tacos (un desafio en la formal sociedad soviética) por todo lo caduco y sin sentido que les rodea pero más preocupados por reflejar sus sentimientos que por lanzar himnos o estribillos anti todo. Cuando murió Tsoi, una verdadera tragedia nacional, Komsomolskaya Pravda publicó

«Tsoi significa para la juventud de nuestra nación más que cualquier político, escritor o celebridad. Esto se debe a que Tsoi nunca mintió ni se vendió. Fue y seguirá siendo él mismo. Es imposible no creer en él… Tsoi es el único artista de rock que no ha diferenciado su imagen de su vida real, vivió como cantó… Tsoi es el último héroe del rock.»

Por cierto no faltan las voces que dicen que murieron en el mejor momento, viendo lo que llego después, habrían sufrido más todavía.

El último heroe «Kino» (el grupo de Tsoi)

Sin embargo, y en mi caso, es en Balshachiov donde yo encuentro a mi particular «último héroe», en cierto modo es un continuador de Dostoievski, del hombre del subsuelo, y del ruso que debe ubicarse entre occidente y oriente. Su canción «El tiempo de las campanillas» es difícil de apreciar, pero wikipedia (en versión inglesa) le dedica un artículo excelente. Esa canción creo yo que refleja todo lo que ocurriría un poco después en 1991.

Hemos viajado en el calor y en el frio.

Soportamos todo y quedamos libres

Devoramos la nieve con gachas de abedul

Y crecimos hasta la altura de los campanarios.

«El tiempo de las campanillas»

Aquí está el enlace a la excelente entrada de Bashlachiov en wikipedia inglesa

http://en.wikipedia.org/wiki/Alexander_Bashlache

Y para finalizar el entierro de Bashlachiov

Fiodor Jitruk y las vacaciones de Bonifacy.

Es el momento de poner punto y final a esta serie de entradas que han tenido como protagonista a los dibujos animados soviéticos. Y, tal y como lo veo yo,  la mejor manera es con «Las vacaciones de Bonifacy» de Fiodor Jitruk. Una película de apenas 20 minutos de duración, inspirada en un cuento del, entonces, checoslovaco, Milos Macourek.

Fue «Bonifacy» junto a «La isla del tesoro» de David Cherkasski  las que me hiceron dirigir una mirada fascinada al mundo de la animación soviética. Yo pensaba que sería un terreno abonado para «el socialismo real», para introducir en los más pequeños la obediencia ciega, la representación oficial del regimén, lo gris, etc, etc,

el grupo Grotesk es el protagonista de las canciones que se intercalan en «la isla del Tesoro» de Cherkasski (1988)

Y si bien es cierto que los dibujos animados de la era de Stalin si obedecían a los preceptos del realismo (tan parecidos ellos a los de Walt Disney por otro lado) pero su muerte supuso un disparo de salida en una carrera de creatividad y sensibilidad cuando menos insospechadas. Son varios los estudios que se dedicaron a hacer todas estas joyas (yo casí las calificaria de patrimonio de la humanidad, aunque dos son las más destacadas, Soyuz Multfilm, y Ekran. Y probablemente Fiodor Jitruk (Khitruk en la transcripción anglosajona) el mejor escritor de todo el talento que se reunió en esos estudios. Tiene Jitruk una obra relativamente extensa con títulos como Winnie Pooh, Ícaro y los sabios, film, film, film etc, etc. (se puede encontrar muchos de ellos en you tube)

Portada de las memorias de Jitruk "profesión animador"

Jitruk es, junto a Jiri Trnka -el único que conseguio interrumpir mis juergas de juventud-,es uno de esos personajes al que he cogido cariño solo por ver su obra.

No quiero enrollarme mucho, no soy capaz siquiera de dar un breve semblanza biográfica de él, así que lo mejor será que cuelgue el extraodinario video de «Las vacaciones de Bonifacy». Una muestra de como se puede respetar a la infancia y ofrecerle un producto más que digno sin necesidad de pomposas declaraciones.

«Las vacaciones de Bonifacy» está dividida en dos partes, y en esta ocasión la calidad de imagen es aceptable, disfrutadlas, como hizó el propio Bonifacy.

Y un último enlace, Jitruk realizó otra obra memorable, «El león y el toro» (1984) poco o nada tiene que ver con el león de Bonifacy es un historia sobrecogedora y con una animación impecable. Como otras de sus obras es «animación para adultos».

El valor de Ícaro. «Quod licet Iovi, non licet bovi»

El infortunado Ícaro según la muy particular visión de Jitruk

Otra nueva entrada dedicada a dibujos animados, a este paso voy a tener que cambiar la temática del blog. Como siempre fruto de una urgencia. En esta ocasión el visionado de «Ícaro y los sabios» del genio Fiodor Jitúm (responsable, entre otras joyas, de «El toro y el león» y «Winnie Pooh». Una historia de esas que no se olvidan, un canto enorme a la libertad, el arrojo y la inquietud.

Como no se encuentra en la red, al menos yo no he podido conseguirlo, subtítulado en castellano, he vuelto a perpetrar el crimen. Esta vez traduciendo del latín y del ruso. Me he permitido alguna que otra licencia (poca) en los refranes, por no estar muy seguro de su significado correcto, sobre todo con bene qui stat non moveatur, que, si no me equivoco, viene a decir «conformate con lo que tienes» pero no me he atrevido a traducir así.

Pero lo importante es el vídeo una delicia que gustara a todas aquellas almas libres que se han visto acosadas por la norma y el dogma. Yo lo recomiendo sinceramente, creo que no es ninguna perdida de tiempo verlo. Y siento la calidad de la imagen, pero no he podido encontrar ningún original en buen estado.

Winnie Pooh. Comparaciones odiosas.

Winnie Pooh y Pidget en un sello conmemorativo de la serie

Quizá esta entrada haya que enlazarla con la de «capitanes de 15 años». Continuó con mi labor de reivindicación de series infantiles que sean de calidad, que no caigan o en lo pueril o en el cinismo absoluto. Que no sean más que un marco publicitario de muñecos, puzzles o cuentos abreviados.

Así que voy a hacer lo que no se debe; comparar. Tomemos a Winnie Pooh, el personaje creado por Milne y fagocitado por Disney. Unos dibujos que nunca me han gustado, quizá por verlos por primera vez muy tarde, pero que no podía menos que encontrarlos como muy tontos. Mucho más tarde todavía he descubierto la versión soviética de Winnie Pooh (y de Mary Poppins, pero esa es otra historia). No sé que puedo decir sobre esos dibujos, lo mejor es que se compruebe con los ojos de cada uno. Me he tomado la molestia de subtitular un fragmento de un capítulo, que dirá mucho más que cualquier cosa que yo escriba sobre estos dibujos.

Así que, ahí va Winnie Pooh a los ojos del Imperio del Mal

y para completar la comparación, uno similar visto por Disney

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