Enfado y spoilers con el Pandemic Legacy

Spoilers, spoliers y más spoilers. Si tienes pensado jugar al Pandemic Legacy, si aun no has completado el mes de abril del mismo juego, no sigas leyendo si no quieres perderte alguna de su supuestas sorpresas que depara la narración.

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Estás advertido, si sigues leyendo es tu responsabilidad

No tengo muy claro como comenzar esta entrada, ayer seguí la campaña de Pandemic Legcy y llego la bajona. De ser un juego que vivía las partidas con franco interes ha pasado en estos momentos a bajar varios puntos en mi apreciación personal.

Pero ¿por qué ha ocurrido esto? Quizá tenga que ver con la poca tolerancia que tenemos los humanos a la derrota. Quizá el hecho de vivir una derrota sin paliativos, donde no dimos una a derechas influya en lo que en estos momentos siento por el juego. O quizá no, quizá también influye lo que el propio juego ha propuesto.

Hasta hace nada y como escribía hace bien poco, el Pandemic Legacy me parecía un juego de diseño inteligente que sabía beber lo justo del cine catástrofista de virús y pandemias. Ahora pienso que no es tan inteligente y ajustado, que la cosa ha virado ya sin remedio al relato que se ofrece al adolescente del que se piensa que no tiene una neurona y no quiere más que escenarios reconocibles y atolondrados.

Bueno yo tengo mi propia manera de conformar la partida en juego de mesa en mi cabeza, supongo que de manera similar a como hace todo el mundo, es una suerte de expectativas que se van creando en torno a experiencias previas. Lo que yo deseaba encontrarme en Pandemic Legacy era algo así como una mezcla de El sindrome de andromeda (Robert Wise,1971), Contagio (steven Soderberg, 2011) o Estallido (Wolfang Petersen, 1995). Ninguna es una gran película, y sin embargo las encuentro entretenidas. Esos científicos luchando por salvar a la humanidad de las negligencias militares y la enfermedad devastadora me caen simpáticos.

Me parecía de lo más adecuado para jugar al Pandemic Legacyi maginarme como hombre de despacho y laboratorio que como hombre de acción. Porque lo que no quería era un Guerra Mundial Z.

Odio los zombies, me aburren los zombies, me desmotivan los zombies. Antes de comenzar el mes de mayo, bromeaba ante lo que parecía inminente “como aperezcan zombies o infectados, quemo el juego” Y allí que aparecieron. Y que bajona y que sonrisa oblicua, esto, el pandemic legacy, había dejado de tener gracia. Ahora me parecía una mala broma.

¡Ay! que bonito eras con tus cubos
¡Ay! que bonito eras con tus cubos

La coherencia del juego de alguna manera saltaba por los aires, Los cubitos eran sustituidos por figuras de plastico, la enfermedad se subordinaba a la amenaza zombie. En la partida fue un desastre, la tensión en lugar de aumentar, desapareció, nos dejamos llevar. Dejamos de hacer lo que hasta ahora estábamos haciendo, cogimos personajes sin criterio alguno, no pensamos en lo que realmente suponía en las reglas el cambio de registro narrativo y lo que es peor aplicamos mal y en nuestra contra las nuevas reglas. Bloquear carreteras cuesta una acción para todas las que sale de un espacio y no una por carretera, las infecciones por mazo de acción provocan brotes. Pero todo esto ocurrió por estar fuera de la partida. Quizá fuera por el hecho de jugar dos partidas, que hay que dejar siempre un buen espacio entre sesión para asimilar las nuevas reglas. O quizá por el anticlimax que supusieron los zombies.

Un zombie, socorro
Un zombie, socorro

Lo siento, pero a estas alturas al cliché zombie/infectado/muertoviviente le tengo a la altura del cine de terror de autocine, esos lugares donde los adolescentes pasan de la película para meterse mano a gusto. Un genero menor incapaz de generar más emoción que la del alivio que supone que la película termine.

Supongo que terminare la campaña de Pandemic Legacy, quizá con el paso del tiempo asimile los cambios y vuelva a ver mecanicas de juego en lugar de tema, pero tampoco es exactamente lo que venía haciendo hasta ahora. En el fondo y por el momento los infectados en realidad no son más que el cambio de color de los espacios. Pero pinta mal la historia. La solucción para junio “Todo (lo de los infectados) ha sido un sueño, coge una rasqueta y elimina las pegatinas de los espacios infectados y quema las figuras” no me gusta ni a mi.

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Esto me empieza a recordar al risk
Aun así seguiré esperando el conflicto entre civiles y militares, buscando la cura de la enfermedad, pero ya no será lo mismo. Ahora, ojalá me equivoque, soloy soy capaz de prever nuevas vueltas de tuerca en el tema zombie, miedo me da acabar jugando un risk de conquista. O por decirlo de otro modo, la sutileza se ha cambiado por la grosería.

En una narración la calidad de la narración importa y está claro que, por lo menos a mi, no me basta con utilizar clichés de genero. Para que algo sea especial no basta con tener algo original o novedoso ha de tener algo que enganche, que conecte conmigo.

Y ahora ya sé que tenemos un juego con temática zombie como número 1 de la bgg ¡ole! No me gusta star wars, odio los zombies, no sé porque me extraño de no entender a la comunidad jugona.

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Observe al fondo la ayuda para refugiados ¡no son zombies!
P.s lo del spoiler en el Pandemic Legacy es de juzgado de guardia. No solo porque le beneficie en el sentido más comercial al ocultarse cualquier voz que le enmiende un poco la plana. Es que la sorpresa en este juego, insisto, no viene de la narración, tan pobre como para cambiar la amenaza inquietante de enfermedades invisibles por los risibles zombies.

De Pandemic Legacy y narraciones

Legacy sin spoilers (o eso creo)

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Ya en el recuerdo los días de ajedrez ahora son los meses del Pandemic Legacy. He tenido la suerte, y digo suerte porque lo paso muy bien, de comenzar una campaña del tan en boca de todos Pandemic Legacy. Por fin puedo saber que es eso del legacy que tanto entusiamo esta causando entre los aficionados a los juegos de mesa.

Cuesta darle un sentido claro a lo que es legacy, ahora mismo me inclino por definirlo como la introducción de una narración en un juego con consecuencias irreversibles en el propio juego, y esto lo consigue con la aparición de nuevas reglas, componentes y objetivos, o modificación de estos mismos.

De esta manera el juego va tomando una forma distinta a como comenzó y sobre todo se ve beneficiado por aumento de la tensión argumental. Y es que Pandemic Legacy bebe de las películas y literatura de pandemias e infestaciones de virus por el mundo mundial. Son los giros a los que nos ha acostumbrado esas películas los que nos iremos encontrando en el Pandemic Legacy. Precisamente esos giros y la manera de implantarlos en la partida es lo que hace que en muchas partes se hable de Pandemic Legacy como juego narrativo, y que precisamente la narración que propone es la que tenga como consecuencia uno de sus aspectos más llamativo y para algunos polémicos, su irrejugabilidad. Son entre 12 y 24 partidas las que se podrán jugar.

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Pero la pregunta es ¿estamos ante un juego narrativo? ¿es realmente irrejugable?

Como en todos los juegos en Pandemic Legacy la narración existe, y, como en los juegos temáticos, a parte de la narración que nos genera el propio devenir del juego existe otra narración más amplia en la que incrustamos lo que ocurre en el tablero. Pandemic Legacy lo resuelve de manera muy sencilla y efectiva; en determinados momentos, normalmente al comienzo de cada partida, cuatro lineas bastan para que conectemos con ese imaginario que nos ha dado la cultura pop sobre las pandemias y eso se traduzca en una modificación del juego. Por decirlo de algún modo el juego actúa como máster de la partida.

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Pero la narración, no nos engañemos, es simple. Lineal, ya que la historia, la trama que se desarrolla en Pandemic Legacy, al menos hasta donde yo he llegado, no deja lugar a la elección. Podemos decidir como afrontar el reto que nos propone esa trama, pero no otra trama. No sé porque motivo, quizá por influencia del Sherlock Holmes Detective Asesor, yo esperaba algo más tipo “elige tu propia aventura”, no es el caso y tampoco le hace falta para ofrecer lo que propone.

Sí la narración es simple, y muy inteligente, ya digo que sabe conectar con todo ese material que tenemos guardado en alguna parte de nuestro cerebro. Pero no quita que nos manejemos ante clichés y estereotipos de ese genero catastrófico. La sorpresa es más bien “Hostia también han metido esto” que “¿pero qué está pasando?”.

La sorpresa, quizá sea ese el factor más valorado en el pandemic legacy. Y ese es el factor que más irrejugable le hace. Quizá esto no tenga mucho sentido, los juegos con eventos que tienen influencia en lo que ocurre en el tablero los hay por doquier. Sin ir más lejos el Twilight Struggle, el nº1 desbancado en la BGG por el Pandemic Legacy era básicamente eso. Y las primeras partidas tenías el gozo de la sorpresa “Maldición hay una carta que me echa de Rumanía”que devenía con la experiencia en el gozo del control “Hasta que no se haya jugado la Abdicación Rumana ni se me ocurre pasar por Rumanía”. Y el propio Twilight Struggle propone una narración más o menos ligera con final abierto. Entonces ¿por qué el éxito del Pandemic Legacy? Pues curiosamente reside más en sus elementos físicos que en sus elementos narrativos.

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Si Pandemic Legacy tiene algo es puesta en escena. Pandemic Legacy se transforma de manera irreversible por que tienes que abrir cajas, rascar cartas, rasgar solapas y pegar pegatinas. Todo muy de consumo de una vez y lo suficientemente bien diseñado para darle ese sabor de que estás jugando a algo muy especial, a una misión secreta en la que y como los mensajes del Súper a Mortadelo y Filemón toda la información se autodestruirá a los 30 segundos. Es una vez y no más. De eso se trata, afrontarlo de otra manera no tiene mucho sentido. El esfuerzo que requiere jugar Pandemic Legacy sin marcarlo no merece la pena.

Pensándolo bien quizá no sea que el éxito narrativo venga de los componentes físicos y su puesta en escena, quizá sea un todo. Es un diseño inteligente, integra el juego, el tema y los componentes de manera que jugarlo sea toda una experiencia, quizá ahora por lo novedoso, veamos dentro de unos años. Y que ha conseguido en hacer perecedero lo que ya lo era, y supongo que los editores estarán encantados.

Dos últimas cuestión. Tengo curiosidad por saber que voy a hacer con la caja una vez termine la campaña. ¿La reciclaré? ¿Lo haré? Si yo soy de los que guardan los troqueles, tendré ese valor de reconocer que ya no se puede darle uso?

Y por último un debe, no menor, en el juego es lo sencillo que resulta ganar las partidas. Basta con estar atento y todo se soluciona con sencillez. Hoy por hoy y aun disfrutando de la partida en si cuando más me gusta el Pandemic Legacy es en el antes y en el después. Cuando se elijen los personajes para afrontar el reto y cuando se elijen las mejoras después de la partida intentando prever para donde girara el juego; son dos momentos donde uno percibe con claridad el grado de implicación con lo que ocurre en el tablero que consigue el Pandemic Legacy. Y de momento nuestras previsiones son siempre más pesimistas de lo que luego ocurre, pero es un placer pensar que el mundo puede desaparecer por un estreñimiento neuronal, o unas migrañas genitales.

Apocalipsys Now! El fin de los días

 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.  Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra. (apocalipsis 6.17)

No sé hasta que punto la masacre de Oslo y Utoya, ha motivado la entrada de hoy. La verdad es que ha coincidido en una temporada que he satisfecho de una de mis pulsiones más bajas e inconfesables, ver películas post-apocalípticas. De alguna manera he querido recuperarme de mi abstinencia de varios años sin ver novedades cinemátográficas (como si ya estuviera satisfecho con lo que ya conocía) y en las últimas semanas me he tragado una cantidad increíble de lo que se considera como cine de ciencia ficción, con especial atención al apartado post-apocalíptico. El apocalipsis, el último libro de la Biblia, el libro de Juan que describe el juicio final, la destrucción de la civilización material y la llegada de la Nueva Jerusalen. En fin un libro de revelaciones sobre como será el fin de la humanidad tal y como la conocemos, y así no es de extrañar que haya gozado de la preferencia de todos los públicos de todas las épocas.

Quizá antés los más pobres se conformaban con la lectura pública de algún fragmento del Libro de las Revelaciones y sólo los más ricos podían costear los cuadros o los libros con los grabados que daban imagen al juicio final, a la irrupción de los cuatro legendarios jinetes. Desde luego que las imágenes que propone el libro de Juan son poderosas, quizá sólo se le puedan comparar las que sugiere la lectura del Genesis, la creación del Universo. Pero ver destruido y condenado todo lo que se conoce supone un atractivo añadido. Y el cine donde la imagen lo es todo no podía sustraerse a la fuente inspiradora del Apocalipsis, y más cuando penden sobre nuestras cabezas amenazas reales  como la guerra nuclear. ¿Cuantas películas nos han presentado el final de la humanidad? Muchas, demasiadas, casi todas malas, rozando lo infame, diría yo. Quizá mi juicio venga demediado por llegar primero  al apocalipsis de la mano de la lectura y no del cine. Y eso que eran novelas baratas que en muchos casos han servido de inspiración para las propias películas. Pero yo ya tenía en mi cabeza mis propias imagenes apocalipticas. Seguro que creadas a partir de novelas como La Danza de la Muerte de Stepehen King, Las Montañas Blancas de John Cristopher, El día de los Trifidos  de John Wyndham o Cántico por Leibowitz de Walter M. Miller y algún cuento como Hacia el anochecer de Robert Silverberg que hablaba del hambre y el canibalismo tras el desastre final. Y muchos más, frutos de una lectura compulsiva y devoradora de ciencia ficción por mala que fuera. Eran mis años mozos.

La danza de la Muerte, de Michael Wolgemut

Después he crecido, y he aprendido a ver otras imágenes apocalípticas. Curioso quería utilizar el termino sutil, pero me pregunto si semejante termino sirve para describir el apocalipsis. Quizá si para entender algunas maneras de acercarse a él. Como la aparición de la Estatua de la Libertad en El Planeta de los Simios ( Franklin F. Schnaffer), que nos los cuenta todo. O el león en la nieve de la desierta Nueva York de 12 monos (Terry Giliam).  Seguro que si me detengo y hago un pequeño esfuerzo saco unas cuantas películas que tienen un par de imágenes sugerentes o impactantes.

Y si cuento  todo esto, es por la sensación de viejo cascarrabias que me ha embargado ¡otra vez! al ver las nuevas películas del genero de los últimos años. Demasiados zombies, demasiada road movie, demasiado vacio. Lo sugerente, lo que atrae del apocalipsis o de lo que viene trás él, no son las peleas, las persecuciones o los tiros. Que me cuenten la historia de siempre en un decorado pos nuclear me aburre, y si por lo menos ese decorado te atrapara… Me ha pasado con el Libro de Eli, y no por que tenga un mensaje religioso, que no lo tiene, y si lo tiene es tan burdo que sólo consigue molestar a creyentes y no creyentes. Y mira que la película prometía, con lo habitual sí, carreteras pobladas de coches oxidados, megaciudades abandonadas, un armageddon que no se explica (como debe ser), una cierta preocupación por hacer que la estetica correspondiera a lo que creemos que será un mundo destruido (me da igual que sea tan parecido a Mad Max), pero es que no, no puede ser que me cuenten otra película de heroe redimidor, si hasta me pareció mejor otra película tan bobalicona como «El cartero» de Kevin Costner.

Y luego están esas películas de zombies, pandemias y demás, como 28 horas, 28 semanas etcétera, etcétera. Yo sólo consigo pasarlo bien cuando describen como se expande el virús, como poco a poco va llegando a todas partes y acabando con toda esparanza. La parte de aventuras me sobra, la consecución del antidoto, las peripecias de los heroes, no tienen ni punto de comparación (si es que está bien contado, claro) a la irrupción y desarrollo de un pandemia mortal. Incluso me aburrí, por dios cuanto flash back, con The Road ese angustioso relato del padre y del hijo en un mundo sin esperanza posible. Y mira que la película tiene potencial, pero le sobran muchas cosas, como ella. Pero por lo menos, y aunque sea una road movie, si hay un esfuerzo por crear un paisaje desesperanzador. Y es que al final me parece que me conformo con poco, a una película de este genero me parece que con que me ofrezca tan sólo una imagen original de que como se ha ido todo al garete la perdono. Y eso es lo que hago con The Road, por que es más angustiosa que aventurera.

Y hay alguna más que visto, como Terminator Salvation, la que es la cuarta parte de Terminator, pero, y yo no entiendo nada en que se gastaron 200 millones de dolares, aquí no hay ningún esfuerzo en mostrar el mundo de el día después. Lo único que podría salvar algo una película tan rematadamente mala, de verdad que me cabrea que no se den cuenta de que han pasado al lado de una mina y ni la hayan visto.

Definitivamente mis convicciones de que soy un cascarrabias ya sin remedio se fortalecen. Estoy seguro que en otro tiempo, mejor dicho si fuera más jovén, y viera ahora El planeta de los simios, Cuando el destino nos alcance y que son tan reguleras, en cualquiera de sus propuestas, me quedaría con The Road o Hijos de los Hombres. Con la carretera porque tiene un acabado visual mucho mejor que cualquiera de esas películas de los 70, e Hijos de los hombres porque propone problemas «más candentes». 

Esto no es una película. Es España, hoy en día.

Y una curiosidad, tras el colapso, la imagen que suele ofrecernos el cine de paisajes yermos, donde nada crece, hostiles a los hombres nada tiene que ver con uno de los paisajes apocalipticos reales que existen en este planeta. Chernobyl y su zona prohibida, con la ciudad abandonada de Pripiat. Allí donde la radioactividad hace que el hombre no pueda vivir la naturaleza ha tardado poco en reivindicar su dominio. El campo de futbol parece ahora una hermosa alameda (si es que son alamos lo que allí crecen) y las raices van poco a poco resquebrajando el asfalto de la ciudad. Y eso que sufrieron el mayor de los venenos, y no hace mucho tiempo. Parece como si creyeramos que nada nos puede sobrevivir y la naturaleza nos dijera que somos unos cretinos.

La zona "muerta" de Pripiat

Y volviendo a The Road en las grandes ciudades, y no tan grandesya estamos acostumbrados a ver a esos despojos con el carrito buscando en los contenedores chatarr, comida y vete tú a saber qué, ¿es un indicio, como lo era el niño del pozo de 12 monos que algo marcha mal?. Y sí ese carrito de la compra que arrastran la pareja protagonista me recuerda a otro de los grandes episodios postapocalipticos que ha registrado la Historia de la Humanidad. Son como los trineos que arrastraban en la ciudad de Leningrado durante su asedio. Cuando no había ni luz, ni agua corriente, ni calefacción en el invierno de 1941. Cuando los canibales reales se ocultaban y acechaban. Cuando la gente simplemente se desmayaba y moría de hambre en sus calles. Cuando a parte de todo lo que sufrían en la ciudad estaban rodeados por la guerra. ¿Para cuando una película sobre el asedio de Leningrado que nos acerque a lo que allí ocurrió? Hay alguna versión pero es infame.

Y claro que hay juegos de mesa sobre el apocalipsis, sobre todo de zombies, pero yo sólo quería contar un poco que creo que he demasiados películas ¿malas? en los últimos tiempos, y que era bueno volver a escribir en este blog. Y acabo con las palabras del Stalker en «pic nic en el camino»

¡Felicidad para todos, y gratis!

Vampiros, epidemias y juegos de mesa

En el clasico del cine de Murnau, Nosferatu, las autoridades de Bremen, tras  registrar el barco que ha llevado al conde más famoso hasta su ciudad y comprobar que toda la tripulación ha muerto, llegan a la no tan erronea conclusión de que un extraña enfermedad ha llegado junto con la nave. Todo cuanto pueden hacer es advertir:

«La peste ha llegado. Cierren sus puertas»

Y es que estos días asistó alucinado al tratamiento que estan dando los medios de comunicación a la epidemia de gripe «porcina». Y cuando digo todos, es que digo todos, desde las grandes cadenas de televisón hasta el más pequeño blog, pasando por los periodicos nacionales, radios locales o cualquier otra forma de expresión. Ni siquiera yo me he podido escapar al tema de moda. La culpa se la cargo ha mi suegra, que viviendo a 3.000 kilometros de su yerno, hija y nieta preferidos ha llamado preocupada por que había oído que en Barcelona se habían detectado algunos casos. Y si en un país como Bielorrusia están tan puestos al día con la evolución del virus v1n1 es que algo marcha mal. Y con lo de mal no me refiero a la epidemia, o pandemia, como prefieran llamarla.

Por supuesto que habra quien me acuse de banalizar una cuestión grave, ya que, de hecho, ha provocado la muerte de cientos de seres humanos.  Pero más grave es lo que hacen algunos de los medios de comunicación empeñados en aterrorizar a sus audiencias. Rapidamente la han comparado con la Gripe Española de la segunda decada del siglo XX, y nos han recordado los millones de muertos que provocó y como sus comienzos fueron tan suaves como las de esta.

Parece un chiste, la mortalidad provocada por la Gripe Española amenazan con detener a la industria de la muerte

Claro, pero uno no puede si no analizar las cifras, los datos estadisticos y sociólogicos, y se pueden comprobar varias cosas. Que en el primer mundo no pasa de una gripe fuerte que se salda con un tratamiento antibiótico, que se mueren sobre todo en países del tercer mundo o en zonas tercermundistas de los llamados paises en vias de desarrollo. Que en el mundo han muerto desde que se desató la pandemia más personas por accidente de coche que por gripe porcina. Que en España en el último año el paro ha crecido en 2.000.000 de personas, los que nos da unos 5.400 casos diarios, y contra esto no parece haber vacuna. Y el paro mortal no es, pero al que lo padece le provoca grandes quebrantos físicos y morales.

Las pandemias pertenecen al genero de «Mis terrores favoritos«, que diría el gran Chicho Ibañez Serrador, y los medios lo saben muy bien, y las catastrofes son siempre fuente de ventas -recuerdo una novelita que leí de adolescente protagonizada por un joven periodista alemán en la Republica de Weimar, sin tener nada que contar se inventa un terremoto, me parece que en Nicaragua, y le pone una alta cifra de muertos, si no no interesa- y si  es una epidemia, miel sobre hojuelas.

La literatura, el cine y, por supuesto, los juegos tienen muchos ejemplos de pestes y plagas. Los vampiros, los zombies no dejan de ser variantes de pandemias. Aunque hay ejemplos tan hermosos como La Peste de Albert Camus o Ensayo sobre la Ceguera de Saramago. Por supuesto hay best sellers como los de Crichton «El sindrome de andromeda«,  Stephen King «La danza de la muerte» que me lo han hecho pasar realmente mal. Y películas de vampiros, zombies y  pandemias varias hay incluso más que libros, aunque en mi recuerdo sólo sea capaz de destacar ahora Nosferatu de este genero.

Pero vamos con los juegos, las pandemias, o epidemias, han participado de la historia de la humanidad desde sus comienzos. Así no será de extreñar que aparezcan en los juegos de mesa que se etiquetan como de «simulación histórica», y sus efectos van desde la categoria de desastre ha simplemente efectos testimoniales, depende del juego.

En Civilization, uno de los grandes clasicos de los juegos de mesa, la epidemia es una de los factores que pueden diezmar la población de nuestro recien nacido imperio. Como las ideas perniciosas, las epidemias se contraen con el contacto con los imperios rivales, y ese contacto es el comercio. Fuente de riqueza en la mayor parte de las ocasiones, pero que puede resultar en una autentica caja de Pandora.

Unos poco miles de años más tarde encontramos Onward Christians Soldiers juego dedicado a las tres primeras cruzadas, donde la peste, también en forma de carta, y el azar pueden acabar con más de un ejercito.

Parecido procedimiento sigue Machiavelli, el juego que recrea la política conspiradora de la época del renacimiento. Una tabla y unos dados pueden llevar la desgracia de la peste y el hambre a las ciudades más prosperas y tranquilas.

En la Era Moderna, concretamente en el periodo de la Reforma Protestante, está el mágnifico Here I Stand. Aquí las epidemias, también con forma de carta, juegan a favor de los jugadores. Una epidemia, como comprobó Cortés en las calles de Tenochtitlan, propicia las grandes conquistas. Y en este juego desencadenar la viruela supone un valioso modificador para colonizar el Nuevo Mundo.

Ya en el periódo contemporaneo podemos encontrarnos la famosisima «Gripe Española» en un juego como Paths of Glory. Fue durante la Primera Guerra Mundial cuando tuvo su periodo de actuación, y en Paths of Glory, no podía faltar, aunque fuera con las cartas de expansión. Una carta aliada cuyo evento produce el mismo efecto en ambos jugadores, no podran obtener reemplazos en el turno que está se juegue. Obviamente el jugador de las Potencias Centrales es normalmente quién más necesidad tiene de ellos.

Y por último, el Triumph of Chaos, juego dedicado a la Guerra Civil Rusa, donde el autor abraza arriesgadamente la teoría de los bolcheviques como iniciadores de la guerra bacteriologica contemporanea a cuenta de una epidemia de tifús. Sea como fuera la epidemia existió, y en este juego, el jugador bolchevique practicamente nunca jugara esta carta como evento. Demasiado azarosa -un 1 con un dado de 6- para gastar 3 valiosos puntos de operaciones.

Pero el juego más apropiado al tema no viene de ninguno de estos juegos pomposamente denominados como «simulación histórica», no, en realidad estos días on propicios para jugar al Pandemic.

Pandemic pertenece a la escuela de los eurogames donde las virtudes de la mecánica de juego están por encima de cualquier pretensión de simulación real.

Pandemic es un juego donde los jugadores deberan colaborar para derrotar al propio juego antes de que la humanidad perzca victima de una pandemia. Más detalles de este juego en la estupenda reseña de WasQ en Charlas de Mecatol Rex.

Dos cosas para finalizar.

-Veo que en la mayoria de los juegos las epidemias se transmiten por carta, no olvideís compraros las fundas protectoras en vuestra tienda habitual.

– Leo por ahí que «plague» en inglés se traduce por peste, y que «pest» por plaga. Que curioso.

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