Hace ya unos días que en el foro de juegos de mesa La BSK tuve la oportunidad de conocer una canción; La marcha de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti.
La canción era una propuesta de Pavlo, el usuario al que estaba dedicada la semana en La Bsk para conocerle un poco mejor en sus gustos personales ya sean lúdicos, musicales o de cualquier otra índole; vamos uno de esos hilos simpáticos, intrascendentes y tontorrones que tanto me gustan. Y aunque lo de Moustaki me echaba para atrás, el hecho de ver los apellidos Sacco y Vanzetti me animo a buscar la canción en la red. Y hasta ahora, la melodía no me abandona. La he escuchado en varias versiones, la de Moustaki (la que más me gusta), la original, de Joan Baez, en italiano, hasta de Nana Mouskuri. Hay algo en la canción, en la historia de los dos emigrantes italianos en los EUU que acabaron en la silla eléctrica me tiene atrapado.
No sé hasta que punto es conocida la historia de Sacco y Vanzetti, supongo que menos de lo que debiera. Así que para aquellos que no la conozcan y resumiendola todo lo posible, Nicola y Bartolomeo fueron dos emigrantes italianos que fueron condenados a muerte al hallarles la justicia americana culpable de un atraco en el que resultaron muertos un empleado y un guardia de seguridad. El juicio, condena a muerte y ejecución despertaron vivas respuestas de los obreros del EEUU y el resto del mundo. El hecho de que fueran italianos, anarquistas militantes condiciono el juicio que no fue más que una farsa. Hoy en día aún hay dudas si fueron los verdaderos autores, si sólo fue Sacco, o ninguno de los dos. En realidad da igual, lo importante es que las supuestas garantías de los procesados fueron ignoradas. Así como el caso Dreyfus reveló el carácter nacionalista y antisemita de la III Républica de Francia, el caso Sacco y Vanzetti revela el carácter racista de los EEUU en los años 20. Ya sé que para los anarquistas Sacco y Vanzetti son dos héroes de su particular panteón, pero me parece a mi que pesó más en su muerte en su muerte el hecho de ser italianos que anarquistas, o mejor dicho, que las autoridades apreciarían su militancia como consecuencia de su origen meridional. La sociedad de EEUU era una sociedad donde el pensamiento eugenesico tenía su peso. El ejército americano tras la primera guerra mundial había publicado un estudio innvovador, era un de las primeras instituciones que empleaba el Cociente Intelectual (CI) lo que servía para demostrar que los más blancos debían ocupar los puestos de mando por encima de los de origen eslavo e italiano, por supuesto, los últimos de la escala eran los negros, pero estos no eran peligrosos. Los peligrosos eran los «morones» como los italianos, que podían introducir la estupidez en la delicada estirpe blanca. No lo sé seguro, no es más que una conjetura sin mucho rigor.
En cualquier caso, en aquellos tiempos las cosas debían ser diferentes, las noticias de su proceso dieron la vuelta al mundo y llegaron a oídos de los sintieron a Sacco y Vanzetti como uno de los suyos. Pero no sirvió de nada y el 23 de agosto de 1927 fueron ejecutados.
A partir de ahí comienza la leyenda dentro del movimiento obrero, en Italia, en los EUU, incluso en la Unión Soviética, donde el anarquismo estaba prohibido y perseguido, se les menciona como proletariados asesinados por el capitalismo, y, ocultando cualquier relación con el anarquismo, les dedican fábricas y calles a su memoria.
Y me imagino que el surgir de la Nueva Izquierda en los años 60, con la película de Sacco e Vanzetti, un film italiano de 1971 del director italiano Giuliano Montaldo y, sobre todo, la banda sonora de Ennio Morricone y Joan Baez, se volvería a despertar el interés por los Sacco y Vanzetti.
Lo que me queda claro que son figuras del pasado, fantasmas, que la música que me hechiza no corresponde con estos tiempos, ¿algún día dejaré de buscar en ese pasado lo que tengo que encontrar en estos tiempos? ¿Quien o qué es lo que nos va a dar voz a nosotros?
Todo esto me recuerda que tengo otra banda sonora que revisitar Fulgor y Muerte de Joaquín Murrieta de Olga Manzano y Manuel Picón (lo que hace si no confirmar que estoy más que pasado de moda)